El 1-S fue un hermoso despertar. Un grito de cambio de una Venezuela sufrida y desesperada, que cantó a una voz el gloria al bravo pueblo…
Lo primero que deseo destacar es lo que NO sucedió el 1-S. Ni violencia, ni golpe de Estado, ni leva de armas. Toda un majarete oficial propagandístico, que obedece más al proverbio “dime de que presumes y te diré que careces (o que conflicto no resuelto tienes), que a una rebelión temida. El gobierno quedó desnudo en su “legitimación represiva”, después que 1.5 millones de almas en paz- salieron a la calle a decir “yo revoco”, “yo quiero cambio”, “renuncia…no te tengo miedo”.
En otro sentido, hay algo poco visible pero muy ruidoso, que debo traer al teclado, al menos por una par de párrafos, porque tampoco busco elocuencia de una suerte de “fauna ciudadana” que ve las cosas siempre desde una trinchera negativa de lugar comunes. Son aquellos que se preguntan, ¿Aja, y ahora qué? ¿Por qué nos mandaron tan rápido a casa? ¿Qué sigue? La respuesta es predecible. Lo que tú quieras que siga. Pero la reflexión es inevitable. Quienes andan en tal “despecho” os comento que desde Aristóteles pasando por Maquiavelo hasta Napolitan-sic- en política, los cambios no se fraguan en el llantén sino en la acción organizada. Podemos criticar a un actor político. Pero cuestionar la indudable expresión de fuerza ciudadana que representó el 1-S, aparte de una muestra típica de mezquindad criolla que nos fragmenta, es demostración de una radicalidad insulsa, donde el primero que invita a ir hasta Miraflores, es quien está en casa bostezando o amarrado a un ordenador, tratando de salvar una responsabilidad que no ha asumido a profundidad: unirse disciplinadamente a una dinámica de cambio.
Los agua fiestas (los escépticos), tratan de reducir las dificultades del momento-poder que atraviesa el país, a un epígrafe personalísimo por emocional: “Debimos quedarnos más”. “Fue una edición repetida de una bailoterapia”. “Así no vamos a ninguna parte”, etc. A ellos les pregunto ¿A dónde querían ir? ¿Cuál es su plan? ¿Su estrategia? ¿Cuántos, quiénes? Entonces dejemos de contagiar insomnios y permitan a la gente soñar, despertar y luchar civilmente. Aporte, compromiso y voluntad es lo que suma. Es lo que trae ánimo y esperanza. Lo otro aletarga.
En el plano de dividendo político la marcha fue un éxito. Una sociedad apaciguada por la inseguridad, escasez, inflación, desesperanza e intimidación, sale de sus casas con sus hijos y abuelos a decirle al gobierno, quiero que os marchéis ejerciendo mi derecho a votar esa decisión. Sin fusiles, sin reyertas, sin escándalos, ni desquites. Pueblo y sociedad civil marcharon juntos desde el Paraíso al Marqués, desde Prados del Este a La Forida, atiborrando la Francisco de Miranda, la Av. Victoria, O’Higgins y Rio de Janeiro. 1 millón de mts2, 18 Kms lineales de dignidad y fe. Un grito de la decencia colectiva, superior a cualquier palabrota o amedrentamiento engorilado, donde el miedo no encontró cosecha, [el miedo] disipado por la demanda de respeto a la dignidad humana. En la medida que emerge el insulto y la ofensa (con la complicidad de las instituciones del Estado), la motivación de la gente (en memoria de las madres profanadas), sigue incólume. Ahí está la reacción de Villa Rosa. Y ahí estuvo una vez más la brutalidad oficial, cuya respuesta fue requisar caseríos, golpear y encarcelar ciudadanos, y hasta quitarles -en retaliación- su derecho a comer.
Ha resurgido de un liderazgo disidente coherente, paciente y pensante. El reconocimiento de la gente ha sido obedecerle. Esto es muy importante para futuros emplazamientos. El registro de una multitud variopinta-clases pobres, medias y altas-en calma, y en todos los titulares del mundo, es otro acierto grupal y comunicacional brutal. Está reapareciendo un liderazgo político con un carácter renovado. Henry Ramos, por ejemplo, ha sabido torpedear al adversario de un modo muy filoso y cauteloso a la vez. A cada amenaza le responde con un “moderado” desafío. “No prevemos otro escenario, sino el de la paz” “Mi madre está en el cielo…” Palabras retadoras pero aquiescentes de un dirigente que muestra una costura y cordura política sujetada al derecho, a la inteligencia y a una densa testosterona.
El 1-S representa el debut de un pueblo unido y homogéneo (todos los estratos) con sed de cambio. No de un bloque blanco, aurinegro, naranja o celeste. Un tricolor que anhela un nuevo modelo de poder en un país normal. La voluntad popular al decir del poeta, es más fuerte que cualquier tempestad, cualquier tanqueta o cabelleriza, porque le asiste un elemento más poderoso: la ilusión de vivir sin un trozo de yuca en el bolsillo, un velorio en ciernes o un paredón detrás de unas rejas. Por eso usan [el pueblo] sus piernas, sus brazos, su voz y sus cacerolas. Armas más potentes que cien batallones.
El 1-S fue un hermoso despertar. Un evento profundamente humano y republicano. Un grito de cambio de una Venezuela sufrida y desesperada, que cantó a una voz el gloria al bravo pueblo… Espíritu bravío de libertad que vale recordar, la historia lo etiqueta como incontenible e irreversible. No hay mazo que lo apacigüe, ni criticismo que lo sabotee. Que nadie subestime el camino andado. Falta poco…
@ovierablanco