Un sacerdote jesuita cuyo secuestro durante la dictadura militar argentina hace décadas provocó fuertes críticas al cardenal Jorge Mario Bergoglio, que recientemente fue elegido papa Francisco, aseguró que él y el pontífice se han reconciliado.
El padre Francisco Jalics, que ahora vive en un monasterio en el sur de Alemania, dijo el viernes en un comunicado que habló con Bergoglio mucho tiempo después de que fueran secuestrados él y el sacerdote Orlando Yorio en 1976.
Bergoglio ha dicho que él recomendó a los sacerdotes dejar su trabajo en los barrios pobres por su propia seguridad, pero ellos se negaron. Yorio, quien ya falleció, después acusó a Bergoglio de entregarlos a los escuadrones de la muerte por negarse a respaldar públicamente el trabajo que ellos hacían.
“No fue sino años después que tuvimos la oportunidad de hablar con el padre Bergoglio… para conversar sobre lo sucedido”, dijo Jalics el viernes en sus primeras declaraciones sobre el secuestro, que ocurrió cuando el nuevo papa era líder de los jesuitas argentinos.
“Después de eso, celebramos una misa juntos en público y nos dimos un abrazo solemne. Estoy reconciliado con los eventos y considero el asunto cerrado”, agregó.
Nadie pone en duda que Bergoglio, al igual que la mayoría de los argentinos, no enfrentó abiertamente al régimen militar argentino que gobernó de 1976 a 1983, el cual secuestró y mató a miles de personas en la llamada “guerra sucia” para eliminar a sus opositores de izquierda. Pero las opiniones difieren sobre qué tanta responsabilidad tiene el nuevo pontífice en torno a la oscura historia de la Iglesia católica argentina por apoyar a la dictadura asesina.
Cuando la junta llegó al poder en 1976, Bergoglio retiró su apoyo a los dos sacerdotes de barriadas, cuyos colegas del movimiento de la teología de la liberación estaban desapareciendo. Luego los sacerdotes fueron secuestrados y torturados en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA), que la junta utilizaba como centro clandestino de detención.
Sergio Rubin, el biógrafo autorizado del papa, argumenta que la Iglesia católica en general cometió un error al no confrontar a la junta, al tiempo que activistas argentinos por los derechos humanos han manifestado que Bergoglio nunca colaboró con la dictadura.
Jalics, que tiene un poco más de 80 años, se encuentra en estos momentos fuera de Alemania y no fue posible contactarlo para preguntarle sus comentarios más allá del comunicado. Thomas Busch, un portavoz de los jesuitas en Munich, dijo que la conversación entre Jalics y Bergoglio ocurrió en el año 2000.
En su comunicado, publicado en la página de internet de los jesuitas alemanes, Jalics no dio detalles sobre lo que hablaron respecto del secuestro.
“No puedo comentar sobre el papel del padre Bergoglio en estos sucesos”, afirmó. Sin embargo, deseó “al papa Francisco grandes bendiciones de Dios en su puesto”. AP