No sé si a ustedes les ocurre lo mismo que a mí, pero de repente pienso que el país está transitando por una especie de letargo, donde silenciosamente pensamos que algo va a ocurrir, o mejor dicho que estamos esperando que algo ocurra, pero sin embargo no hacemos nada para que el desenlace termine de llegar.
Líderes de la oposición visitan otros países como para ir preparando el terreno para ese desenlace, que presentimos debe suceder, y al mismo tiempo nos inquieta no saber con nombre y apellido quién o qué lo propiciará. Se siente un clima espeso cargado de incertidumbres. En peor momento no hemos podido estar. El gobierno lo sabe y la oposición también. Tanto es así, que ayer una de las personas que está más informada dentro y fuera de las filas oficialistas como lo es José Vicente Rangel, tuvo como invitado a su programa dominical al ministro de la Defensa, almirante en jefe Diego Molero, quien dijo que si no era imposible, era casi improbable que volviera a ocurrir algo parecido a lo que pasó el 11 de abril del 2002. También desmintió la existencia de ruidos de sables en los cuarteles, que esos “ruidos” los han generado un pequeño grupo de “fascistas apoyados por el imperio norteamericano…”. ¿Por qué tanta insistencia en desmentir el descontento militar?: simple y llanamente porque sí existe.
Siento que desde algunos sectores de la oposición intentan también “tranquilizar” el país, haciendo cálculos políticos o de reacomodos en alcaldías o concejalías. Creo que ellos, al igual que el régimen juegan con candela. El desabastecimiento, la inseguridad y la inflación los arropará. Y cuidado si después de la tormenta no surjan nuevos líderes que desplacen a los existentes.
¿Elecciones en diciembre?
Ya fijaron el cronograma de las elecciones municipales y coincidencialmente acordaron celebrarlas el mismo día y a un año, de la última aparición en vida del finado presidente. El ocho de diciembre.
El régimen y algunos líderes opositores están entrampados. Por una parte pretenden distraer a la opinión pública haciendo ver que todo está normal y de ese modo transformar la grave crisis nacional en escenario electoral. Mientras que desde la oposición, quizá no se atreverán a arriesgarse tanto pretendiendo sustituir a los rectores del CNE, cuyos períodos están vencidos, por el temor de fracasar en el intento y crear un clima abstencionista.
La oposición también debe jugar claro
A Dios rogando y con el mazo dando. Maduro apuesta a su estabilización abriendo otro proceso electoral, pero no se puede caer en esa trampa cazabobos. Es decir, no podemos cambiar la mirada y enfocarla solo hacia las eventuales elecciones municipales. Necesariamente hay que trabajar en las dos direcciones: denunciar la corrupción, tropelías e ilegitimidad de Nicolás Maduro, e igualmente, apuntalar los liderazgos municipales.
No descartemos pasearnos por un escenario de bateadores emergentes. Si queremos tener más fuerza y empuje, tenemos que tener claro que algunas candidaturas escogidas bien sea por consenso o en primarias deberían ser revisadas. Los tiempos han cambiado y mucha agua ha corrido debajo de ese puente.
Aquí en Carabobo, por ejemplo, muchas cosas cambiaron. Empezando por comentar que ya no tenemos el mismo gobernador, o sea, evidentemente el partido del sol no tiene la misma fuerza movilizadora que otrora tenía.
Si se quiere tener una oposición con músculo hay que identificar de manera desprendida, quiénes son los verdaderos líderes o con cuáles individualidades se pudiera lograr cautivar mayor número de votos. Me refiero a los candidatos a alcaldes y concejales.
Municipales en “pico de zamuro”
No sé si estoy equivocado, pero no tengo claro que esas elecciones se den sin antes producirse algún evento que las pueda impedir. Maduro no gobierna, ni tampoco sabría gobernar en caso de que lo hiciera. Él está hipotecado a los designios de Cuba y a las huestes oficialistas tanto militares como civiles; y si algo debemos tener claro es, que de alguien que está a merced de los bandidos nada bueno se puede esperar.
Si con Chávez, que sí tenía liderazgo, hacían negocios con las dos manos, qué será con Maduro cuya legitimidad es de procedencia dudosa y a todas luces carente de liderazgo.
Capriles en Colombia
El grado de obscenidad del régimen que gobierna nuestro país no tiene límites. Fundamento esta apreciación en lo siguiente: recientemente el canciller venezolano, Elías Jaua, dijo que “no es justo” que desde Colombia se “estimule” al ex candidato y líder opositor Henrique Capriles, quien impugnó los comicios que el pasado abril dieron ganador a Nicolás Maduro, al que llama “ilegítimo” y “enchufado mayor”. “No es justo que desde Colombia se promueva, se estimule a quien de manera abierta desconoce las instituciones del Estado venezolano”. Maduro acusó al presidente Santos de darle un puñalada por la espalda.
Sinceramente no nos sorprende. Así son los castrocomunistas.
Hoy el ilegítimo y enchufado mayor critica a Colombia por haber “osado” recibir a Capriles en el Palacio de Nariño, que es la casa oficial desde donde despacha el Presidente de la República de Colombia, pero se olvida de algo verdaderamente conspirativo o denigrante para el vecino país, y para el pueblo demócrata del mundo, y fue lo que ocurrió hace muy poco acá en Venezuela; no solamente que el presidente quiso darle carácter de beligerante al principal enemigo del gobierno y de la democracia colombiana, al sostener que Venezuela limitaba con las FARC y no con Colombia; sino que en muchas oportunidades Chávez fomentaba las relaciones con la narcoguerrilla.
Nadie en Colombia se le ocurrió romper relaciones cuando el desaparecido Chávez recibió a las FARC en Miraflores y andaba de la mano para arriba y para abajo con Piedad Córdoba que era y es, el brazo “legal” de la narcoguerrilla colombiana.
A Marulanda se le hizo una estatua y Colombia tuvo que morderse la lengua, y en Caracas, nada menos y nada más que en la Asamblea Nacional se le guardó un minuto de silencio al legendario guerrillero “Tiro Fijo”. Tampoco Colombia se enfureció cuando Hugo Chávez pidió un minuto de silencio por la muerte de Raúl Reyes. Por eso: ¿con qué moral Maduro reprocha la visita de Capriles a Colombia, que es un gobernador democráticamente electo y líder de la oposición venezolana?
¿Miedo a Uribe?
No tengo dudas, Santos le tuvo miedo al efecto Capriles en Colombia y su eventual aprovechamiento por parte del ex presidente Álvaro Uribe, que sí ha enfrentado a Maduro y al “de cujus” en su momento. Fue el centro de atracción, Capriles en Colombia tenía muerto políticamente a Santos.
Capriles se ha convertido en una figura internacional innegable y con un carisma de alto nivel. Los comentarios sobre su popularidad en el vecino país son muy elevados.
Corre el tiempo y se acorta la mecha; esto será un sálvese quien pueda.
@pabloaure