El affaire Snowden se ha convertido en un verdadero culebrón diplomático que está dejando muy mal parado a todos los que teniendo o no velas en el entierro han intervenido. Los países que se han beneficiado de las Snowden computadoras (China y Rusia), han intentado bajarle el volumen al asunto del espía desertor. En el caso de China no ha habido una sola declaración oficial al respecto, mientras que Rusia desde el principio dejó claro que no iba a permitir que se perjudicara los intereses de su socio norteamericano y al momento de rechazar la solicitud de asilo Putin fue tajante al afirmar “si Snowden quiere quedarse el Rusia debe abandonar sus actividades que tienen como objetivo perjudicar a los EEUU, aunque suene raro que yo lo diga, por lo cual debe elegir un país donde irse …”.
Por otra parte India, España, Polonia y la mayoría de los países europeos ha negado el asilo al ex espía, entre otras cosas, porque todas esas naciones tienen servicios de inteligencia, al igual que el G2 cubano o el servicio de inteligencia venezolano, y saben que en cualquier momento algún espía de sus respectivas agencias podría desertar, por dinero, problemas de celos profesionales, locura, traición, relaciones amorosos y por qué no, por conciencia. Los países serios del mundo conocen la diferencia entre proteger a un perseguido político o proteger a un delator o desertor.
Hay además algunas contradicciones éticas en la misma postura de Snowden. Si el ex espía de la CIA quería defender los derechos humanos, los valores democráticos del mundo y a los ciudadano de su país y del planeta, suena contradictorio que intente asilarse precisamente en países donde la democracia es violada descaradamente desde el poder, se persigue el pensamiento disidente, graban ilegalmente a la oposición y para colmo de males se declaran enemigos del imperio norteamericano, lugar de nacimiento del personaje en cuestión. Snowden dice defender los derechos humanos y escogió hacerlo desde unas trincheras geográficas e ideológicas donde la sola mención del término “derechos humanos” convierte a quienes la usen en enemigos del pueblo, la revolución y la patria.
Precisamente en el punto de la doble moral vale la pena mencionar la saña con la cual el gobierno de Maduro actuó contra Timothy Tracy, acusado por Rodríguez Torres de espía imperial y las flores y alabanzas del mismo Maduro para defender a Snowden y declararlo un “perseguido del imperio. A ese muchacho lo quieren cazar”. Es decir, para el oficialismo hay espías buenos –Snowden el héroe – y por supuesto espías malos –Tracy el villano- . Además Maduro aplaude que el ex agente proporcione información al público que el gobierno de los EEUU se niega a proporcionar pero a la vez su gobierno acosa y persigue al extraordinario periodista @nelsonbocaranda precisamente por informar al público lo que su gobierno y el de los hermanos Castro negaban en relación a la enfermedad presidencial, así como espinosos temas de corrupción asociados a adquisiciones militares en la Armada con el convenio español, corrupción en el sector alimentos entre muchos otros.
Nelson Bocaranda, Tracy, los periodistas independientes, las personas que protestan por la inseguridad, usted y yo somos fascistas enemigos de la revolución por intentar obtener y trasmitir información que el poder oculta sobre hechos inmorales y atentatorios de los derechos humanos, pero Snowden es el nuevo súper héroe rojo porque ataca a los EEUU. Esa doble moral, descalifica de entrada cualquier supuesta buena intención en el trato al affaire citado.
Por otro lado, el incidente con el avión de Evo Morales, que ahora la propaganda oficial coloca como un atentada contra los indígenas y el pueblo latinoamericano demuestra que el tema del espía no es un juego y que la intromisión del gobierno de Maduro, producto del infantilismo de izquierda que aflora en cada una de sus actuaciones, no le traerá ningún beneficio al pueblo venezolano. Imaginen por un momento que los EEUU decidieran no comprar más el venezolano.
La retórica antiimperialista, cargada igualmente de doble moral, porque la revolución se mantiene gracias al pago puntual y a precios de mercado que hacen los gringos de nuestro oro negro, no genera bienestar ni calidad de vida para nuestro pueblo. Los chinos y los rusos, con ejércitos gigantescos, bombas atómicas y pretensiones imperiales no recurren a ese estilo arcaico y primitivo en su relación con la potencia de occidente, porque tienen claro que ello en nada contribuye al bienestar de sus países, lamentablemente nosotros seguimos bajo la égida ideológica de los Castro que tienen en el antiimperialismo su mejor herramienta para esclavizar el pueblo e impedir cualquier asomo de democracia y libertad.
Carlos Valero
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Pd. Al momento de escribir estas líneas el país se enteró, por medio de un parlamentario ruso que Snowden había aceptado la oferta de Maduro. En próximas entregas analizaremos las consecuencias de dicho asilo, una vez que se concrete así como la respuesta del gobierno de los EEUU.