Un lapsus (resbalón) o acto fallido, es un error o equivocación involuntaria de una persona cometida por descuido. Lapsus calami es un tropiezo inconsciente al escribir, lapsus memoriae al no recordar o confundir un recuerdo. Lapsus linguae, son aquellos cometidos al hablar, tal como ocurrió con Nicolás Maduro, al confundir panes con penes y agregamos, al interponer nuevamente peces, cuando en realidad lo multiplicado por Jesús Cristo fueron los panes. Los peces quizás vinieron solos o empujados por una oportuna marea.
El país entero es testigo de la forma abrumadora como los problemas económicos, sociales, políticos y de todo tipo se multiplican día a día. Igualmente, todos sabemos que bajo situaciones angustiantes, o como dicen ahora, de estrés, cometer equivocaciones es mucho más frecuente. La incapacidad de entender y dar respuestas acertadas y eficientes a la crisis debe tener al señor Maduro bajo un estado de angustia y terror que le impiden articular ideas y pensar con claridad, lo que explica la frecuencia y la cantidad de errores cometidos.
Cualquiera de nosotros cuando se encuentra sometido a mucha presión puede cometer errores o lapsus, y las consecuencias de los mismos normalmente se limitan a la esfera privada. Ahora bien, cuando los lapsus o errores son cometidos por la persona que ejerce la presidencia de la República estamos obligados a analizar las consecuencias de los mismos, tratando de no entrar en el espinoso y complejo mundo del sicoanálisis – aún cuando estoy convencido que las conductas de la élite del PSUV se explican mejor desde el campo de la siquiatría que desde la esfera de las ciencias políticas.
Descartemos de entrada que los errores y lapsus obedezcan a miedo escénico. Durante años Maduro ha estado ejerciendo cargos de dirección política que lo obligan a estar expuesto a los medios y a hablar en público, sumado a que desde hace casi 11 meses tiene que dirigirse al país en sustitución del comandante Chávez.
Para este servidor también queda completamente descartada la tesis que atribuye los errores y lapsus de Nicolás a una planificación de asesores externos para desviar la atención, sacando de la agenda pública los problemas que agobian a todos los venezolanos. Para los defensores de esta tesis, Nicolás voluntariamente ha decidido ser el hazme reír del planeta, el motivo de burla preferido de los venezolanos.
En el campo de lo meramente especulativo siempre habrá un mal pensado que se atreva a afirmar que el “lapsus penis” se debió a conductas homofóbicas o a la necesidad de demostrar un exceso de masculinidad. Desde un personaje atrapado en el closet hasta un macho vernáculo que en su subconsciente piensa en lo grande de sus pelotas y en la capacidad de estas para enfrentar cualquier amenaza.
Nicolás vive atrapado en su caos lo cual provocará que siga cometiendo errores y lapsus. La realidad es que el ejercicio de la presidencia ha sobrepasado la capacidad cognitiva del atribulado funcionario, hundiéndole cada día en sus errores y en una concepción híper ideologizada del mundo que no puede tener otra conclusión que el fracaso y el atraso civilizatorio. Desde la opinión pública debemos seguir de cerca los acontecimientos para insistir en el debate de los grandes problemas del país, no sólo para criticar sino también ofreciendo soluciones que prefiguren un país moderno y democrático.
Los lapsus de Nicolás son preocupantes pero mucho más graves es el colapso en el cual se encuentra el país como consecuencia de la continuación de los errores de política que cada día nos empobrecen y sumen en este caos.
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