Está claro que el próximo domingo se realizarán unas elecciones municipales y no presidenciales, pero también es evidente que los atropellos de Maduro y la situación crítica del país son razones para intentar ponerle freno a sus propósitos castrocomunistas. Estamos conscientes de que vamos a votar en condiciones adversas, no porque quienes nos oponemos a los desvaríos del régimen no seamos mayoría -que lo somos- sino por las trampas de que hemos sido víctimas. Este CNE no ha puesto ni pondrá límites a los abusos del Gobierno porque lejos de actuar contra ese ventajismo, como es su deber constitucional, lo justifica y estimula. Las 4 oficialistas de la directiva nunca han prohibido los numerosos actos proselitistas del Ejecutivo los días previos a la elección, como constantes cadenas, uso de recursos públicos y medios oficiales al servicio de la candidatura de Maduro, mientras difaman delictivamente a Henrique Capriles. La historia vuelve a repetirse de cara al 8D, con el agravante de la mudez obligada de la radio y la TV privadas. La reciente protesta opositora simultánea en 335 municipios fue ignorada por un apagón mediático de los medios privados y públicos. Solo la prensa escrita, algunos canales internacionales y EUTV se atrevieron a difundir la protesta pacífica masiva. Militares detuvieron y torturaron a uno de los periodistas que cubrieron el regreso del candidato Cocchiola a Valencia.
Como la orfandad del liderazgo de Maduro se acrecienta con la inflación, escasez e inseguridad que nos acosan a semejanza de un país en guerra (y que han sido generadas por la ineficacia, manirrotismo y corrupción oficiales), elIlegítimo apela otra vez al manoseo necrofílico para intentar la reconquista del voto rojo de antaño, al decretar el 8D como “día de la lealtad a Chávez”. Lucena responde a su militancia política al legitimar tal perversión: “es una potestad del Ejecutivo” dice la descarada. De nuevo Maduro transmitirá en cadena desde La Montaña, donde no ha dejado en paz el cadáver del “padre”; repetirá el cántico de “patria querida” y otros intentos que no tendrán el mismo efecto de abril porque el pueblo está muy ocupado haciendo colas días enteros para encontrar alguno de los ingredientes de la cesta básica que en octubre cerró en Bs. 5.672.
Recordemos que Lucena no se inmutó porque un técnico del PSUV tuviese en abril la clave de arranque de 45 mil máquinas de votación; ni porque haya 180.125 difuntos en el RE; ni le parece mal que una red de militares activos favorecieran a Maduro el 14-A con recursos públicos y amedrentando a testigos opositores. Tampoco atendió las denuncias de que nuevos centros de votación reforzasen bastiones chavistas (en sedes de Barrio Adentro y oficinas públicas). O los 13 centros en áreas de los “colectivos” del 23 de Enero, que siempre intimidan a electores y testigos opositores. Maduro “obtuvo” una votación“masiva” en centros de una sola mesa que no se auditan. Es vox populi que losmulticedulados se roban los votos de los abstencionistas permanentes y, a última hora de la tarde, de quienes no han ido a votar. Así que no exageramos al decir que abstenernos es votar por Maduro. Estos días Nicolás volverá amenazar a los empleados públicos al decir que “él sabe por quién votaron el 14-A”, a sabiendas de que el voto es secreto. Los “puntos rojos” en entes públicos y los motorizados armados amedrentando a testigos y electores completarán los abusos oficiales.
A pesar de tanta ilegalidad gubernamental, las cifras de procesos electorales anteriores demuestran que la apatía ha sido un terrible enemigo de la oposición. Si en la elección de gobernadores en la que se perdió el 40% de la base electoral del 7-O, se hubieran movilizado quienes votaron por Capriles, se habrían podido ganar más de 15 gobernaciones. Se perdieron bastiones como Zulia, Carabobo, Nueva Esparta y Táchira que estaban en manos opositoras. El PSUV obtuvo 49,62% de los votos en todo el país y arrasó en municipios de Aragua y Carabobo que puede perder este 8D, porque las encuestas registran que el chavismo es aún fuerte en la mayoría de los municipios pequeños, pero que la MUD puede recuperar todas las ciudades grandes y más de 20 medianas el 8-D, si vamos a votar masivamente y cuidamos celosamente nuestros votos.
Ocurra lo que ocurra el 8-D, la dirigencia política debe cambiar su estrategia o será rebasada por la sociedad civil. Ir a votar es nuestro deber, pero no es suficiente ante un gobierno perverso que controla delictivamente todo los poderes. La protesta pacífica en la calle debe ser asumida como una acción tan o más importante que el voto, sobre todo para detener la destrucción del país y frenar los planes castrocomunistas de Maduro.