En sociedades como la venezolana, con una larga historia de violencia política, resulta impostergable limitar con claridad la función política de los militares, sino queremos continuar cohabitando con ese obstáculo en que se han convertido las Fuerzas Armadas para el Desarrollo nacional.
El artículo 328 de la Constitución involucra directamente a las Fuerzas Armadas en “…la participación activa del desarrollo nacional…” Pero por otra parte, el mismo artículo le impone parámetros según los cuales no tienen militancia política y parcialidad política alguna; cuando justamente, no hay tema más esencialmente político, que el Desarrollo de la nación. A lo cual se le agrega el artículo 326, “La seguridad de la nación se fundamenta en la corresponsabilidad entre el Estado y la sociedad civil…”. Ni los militares son para el Desarrollo, ni a la sociedad civil le corresponde la seguridad del Estado. Es decir, a los militares no les corresponde la formulación de definiciones del Desarrollo, así como también la militarización de la sociedad civil constituye una aberración que amenaza su propia supervivencia.
Los militares no son para el Desarrollo de la nación; los militares son para las operaciones y maniobras que supone la defensa del Estado y la seguridad de la sociedad; los militares son para la guerra. O en cualquier caso, los militares latinoamericanos, luego del fin de la Guerra Fría, son para enfrentar militarmente las nuevas amenazas que dejó la confrontación mundial entre el comunismo y el capitalismo, o entre la extinta Unión Soviética y Estados Unidos y sus aliados en Europa Occidental.
Involucrar a los militares en el Desarrollo de la nación, tal como lo hace la Constitución, es involucrarlos en una de las más relevantes actividades políticas de la sociedad y el Estado. Así que, en las circunstancias actuales por las que atraviesa el país, no debe ser motivo de sorpresa si un sector de las Fuerzas Armadas se rebela contra la definición de Desarrollo de la nación que hemos tenido durante estos años de gobierno militar bolivariano socialista del siglo XXI, que ni siquiera la seguridad y tranquilidad pública puede garantizar y mucho menos han sido capaces derrotar la violencia que implica la delincuencia común y el crimen.
La definición del tipo de Desarrollo de Venezuela le corresponde a toda la sociedad, no a las Fuerzas Armadas. No obstante, excepcionalmente y en casos puntuales uno que otro militar sobresaliente en actividades académicas y técnicas especializadas pudiera ser cooptado. Pero no como actualmente, en que la sociedad y el Estado venezolano han sido invadidos masivamente por los militares, abandonando sus funciones naturales, y desplazando a la sociedad civil. De tal manera que, la institución militar venezolana, las FAN, históricamente han estado sobredimensionada en relación con la significación de las amenazas, problemas e hipótesis de conflictos internacionales y posibilidades de guerra; pero ahora, unida a la injerencia cubana, los militares amenazan la supervivencia de la sociedad civil democrática venezolana.
Finalmente, un sector de venezolanos está planteando la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Pero toda la sociedad civil debería asumir prioritariamente el problema de la intervención política de los militares venezolanos; de lo contrario estaremos condenados a vivir en el atraso del virus pretoriano, implícito en el artículo 328 de la actual Constitución Nacional. Principalmente un sector de las FAN, junto con grupos civiles paramilitares como los Colectivos, La Piedrita, Los Tupamaros y otros, se han convertido en el brazo armado del PSUV.
@CastilloHernan