Durante las últimas semanas los venezolanos hemos vivido momentos de zozobra. A la incertidumbre que nos venía acompañando desde hace ya varios años, se ha sumado un despliegue inusitado de violencia. Lo que sorprende es que la fuente de esta violencia ha sido en la mayoría de los casos, las fuerzas del orden público al servicio del estado. Pero, más grave aún, de grupos civiles armados con claro entrenamiento paramilitar que actúan, tal como lo evidencia la profusa colección de material audiovisual, en coordinación con las policías afectas al gobierno y elementos militares que se prestan para estos desmanes.
Entre los elementos que caracterizan el terrorismo de estado encontramos la coacción. Al respecto hemos visto como el gobierno y los poderes que dependen claramente del proceso político y no del respeto que le deben a la constitución, han encarcelado a un líder importante de la oposición: Leopoldo López. De la misma forma, ha ordenado la captura de otros dos dirigentes del partido Voluntad Popular, el general Antonio Rivero y Carlos Vecchio. Como si esto no fuese suficiente, apresaron y sometieron a juicios expresos a los alcaldes de San Diego, Enzo Scarano y de San Cristobal, Daniel Ceballos. Amenazas similares penden sobre funcionarios de otros municipios de oposición. Continuando la práctica coactiva, la Asamblea Nacional despojó de su curul a María Corina Machado por haber asistido a la OEA a hablar desde el puesto cedido al efecto por Panamá. Todo esto con la finalidad de someter a sectores de la oposición que le resultan incómodos al gobierno.
Las personas que son capturadas protestando son sometidas a tratos infamantes. Los tribunales se encargan de ponerle coto a sus deseos legítimos de protestar sometiéndolos a un régimen de presentación mientras se investigan unos delitos insignificantes cuando se le comparan con las violaciones de derechos humanos que hemos visto en estas semanas. Se busca, nuevamente a través de la coacción, desactivar la protesta.
Se ha dado la actuación de grupos terroristas armados con entrenamiento paramilitar a los que el oficialismo denomina, colectivos. Los miembros de estos grupos se han dedicado al pillaje. Tras su aparición en los actuales eventos, hemos visto muertos, heridos, daños a la propiedad, quema de instalaciones del estado y generación situaciones de terror. Estos grupos actúan con impunidad tal como evidenciamos en el artículo anterior. Su objetivo central es lograr el sometimiento de la población por la vía del miedo. Que la gente sienta que protestar o manifestarse contra el gobierno pudiera tener un costo muy alto. No tenemos noticias de que ninguno de estos paramilitares haya sido capturado y presentado ante los organismos judiciales.
No es secreto que las fuerzas del orden público han actuado con más violencia de la necesaria. El comportamiento de estos cuerpos deja mucho que desear en cuanto a la protección al ciudadano. Las personas son sometidas con una fuerza desmedida. Hay personas que han sido golpeadas de forma innecesaria. Se han denunciado maltratos, violaciones, torturas, heridos y asesinados. El propósito del partido de gobierno es tratar de acabar con las manifestaciones por la vía del miedo.
Se han evidenciado operaciones militares en las que se han usado vehículos de guerra que lucen innecesarios para confrontar a personas que protestan desarmados. Las tanquetas importadas de China, y que forman parte de la deuda con ese país, tanques de mayor tamaño, carros tipo ballena, motorizados con armas de fuego de varios calibres han tomado urbanizaciones completas con la finalidad de sembrar miedo. Buscan que los habitantes de esas zonas actúen para evitar las protestas so pena de que se les infrinja un castigo mayor.
Los consulados de países europeos, en particular España e Italia, atienden una afluencia inusual de gente que actualiza sus documentos con la finalidad de emigrar. Nunca como ahora me había encontrado con tantos estudiantes que desean terminar sus carreras para irse de un país que no solo no les ofrece oportunidades, sino que además, les da miedo. Temen perder la vida a manos de un delincuente que tiene el 90 por ciento de probabilidad de no ser castigado por ese crimen.
No queda duda de que todos estos elementos son recursos de organismos del estado para inducir el miedo y hasta el terror en la población civil con la finalidad de someterles a un estado de cosas que no desean aceptar por el hecho mismo de creer vivir en democracia.
El gobierno ha demostrado todas las características del GORILATO. El hecho de impedir la participación de Machado en la OEA los puso en evidencia. Sale a relucir aquella antigua conseja que reza: “el que no la debe no la teme”. Si no se ha hecho algo malo, por qué me empreño en impedir que la otra parte hable.
Hoy (28/3/14) vimos la casi infantil participación de Luis Britto García en triste representación del estado venezolano ante la CIDH. El cinismo y la mentira fueron los únicos recursos a los que pudo apelar ante la contundencia de los casos que se presentaron.
¿Qué hubiese pasado si en vez de meterse en todo este esfuerzo represivo, el gobierno hubiese buscado satisfacer las legítimas y razonables demandas estudiantiles? Ahora ya parece tarde.
Ante la falta de argumentos e ideas, a esta clase política solo le queda explotar la posibilidad de inducir miedo en la sociedad. Siete semanas parecen demostrar que esa no es la receta adecuada.
En su obra El Príncipe, Nicolás Maquiavelo dice: Concluiré que para un príncipe es necesario tener al pueblo como amigo; de otro modo no tendrá remedio en la adversidad.
Sería bueno que los capitostes del régimen reflexionen sobre ese consejo.