Venezuela supervisará las compras de alimentos de sus ciudadanos mediante un sistema de lectores de huellas dactilares, medida que opositores calificaron de inmediato como una versión digital de la libreta de racionamiento cubana.
El presidente socialista Nicolás Maduro, quien atribuye la pertinaz penuria de bienes en Venezuela –que abarca a uno de cada cuatro ítems– al contrabando hacia Colombia y el Caribe, definió el plan como una “bendición antifraude” y evitó hablar de limitaciones a las ventas y menos aún a “racionamiento”.
En cadena nacional obligatoria –durante la cual también reveló al pasar que el martes se reunió con Fidel Castro durante una visita a Cuba jamás anunciada previamente– Maduro insistió en que más de 30% de los bienes que circulan en Venezuela son contrabandeados, mayoritariamente hacia Colombia.
Pese a contar con las mayores reservas petroleras mundiales, Venezuela enfrenta una crisis marcada por la fuerte caída de reservas (un tercio en un año), un déficit fiscal estimado en 15% del PIB y una inflación que hace dos meses (último dato disponible pese a la obligación de difundir el dato mensualmente) superaba 60% interanual.
“Está ya dada la orden para que, a través de la superintendencia de precios, se proceda al establecimiento del sistema biométrico en todos los establecimientos y redes de las cadenas distribuidoras y comerciales de la República”, dijo Maduro.
El mecanismo utilizará lectores ópticos de huellas dactilares para reconocer a cada comprador. “El sistema biométrico será perfecto”, agregó el heredero político de Hugo Chávez.
El sistema busca impedir que una misma persona compre el mismo producto en una cantidad que exceda volúmenes y frecuencias aún no definidas. Tampoco está claro si abarcará únicamente bienes básicos o si será extensivo a toda la economía, incluyendo medicinas, libros, juguetes o bebidas alcohólicas.
— “Compraremos cuando al gobierno le dé la gana” —
“Ahora compraremos cuando al gobierno se le dé la gana”, escribió en portada el diario popular 2001, atribuyendo la cita a una de las personas que consultó acerca del anuncio de Maduro.
“Esto no es otra cosa que la libreta de racionamiento cubana. No puede el gobierno pretender determinar qué va a comer el grupo familiar”, dijo este jueves el diputado Alfonso Marquina, del partido Primero Justicia al cual pertenece el líder opositor Henrique Capriles.
En una declaración menos alarmista, Capriles advirtió que el control biómetrico “no acabará con la escasez en el país”.
Los especialistas también descreen de la medida. En Venezuela “estamos hablando de contrabando de alto nivel. Eso no se combate con captahuellas” para evitar que la gente compre más para revender, dijo el presidente de la Asociación Nacional de Usuarios y Consumidores (Anauco), Roberto León.
“Limitando la compra no se resuelve el problema de fondo, que tiene que ver con la producción y los mecanismos de importación para cubrir la demanda, que supera a la oferta. Este tipo de medidas son más comunicacionales (pero) luego se traducen en lesiones a los derechos de los ciudadanos”, dijo León.
Los analistas coinciden en que el contrabando a gran escala (en el caso del combustible se estima en 100.000 barriles diarios) sólo es posible con la complicidad de miembros de las fuerzas de seguridad y aduaneras de ambos países.
Ese tráfico es alentado por los precios subsidiados y las distorsiones cambiarias, que hacen que en Venezuela haya productos básicos que son entre cinco y cincuenta veces más baratos que en Colombia.
— Penuria pertinaz —
En un marco de sequía de divisas –pese al alto valor del barril de petróleo que en el caso del venezolano promedia los 100 dólares– Venezuela enfrenta una penuria, tanto de productos básicos como de suntuarios.
Desde leche, aceite, agua embotellada, papel higiénico, antibióticos o anestesias, hasta acumuladores de automóviles, máquinas lavaplatos y pasajes aéreos internacionales, el venezolano aprendió a convivir con la escasez y a “resolver”, una expresión de origen cubano cada vez más escuchada en las calles y las largas filas de espera en Caracas.
En Venezuela –donde la producción se ha contraído en la mayoría de los rubros y la demanda de importaciones aumentado en paralelo– rige un estricto control cambiario y las divisas (97% aportadas por la petrolera estatal PDVSA) son monopolio del gobierno.
El gobierno ha entregado a cuentagotas y a ritmos decrecientes divisas a empresarios para pagar sus importaciones de insumos, alimentos o bienes terminados.
Un informe de la publicación especializada Síntesis Económica reveló –en base a cifras oficiales– que en los primeros siete meses de 2014 la entrega de divisas a importadores y empresas de servicios cayó 27%, de 18.100 a 13.200 millones de dólares.
En ese marco, analistas económicos hablan desde hace semanas de una “cesación de pagos selectiva” frente a acreedores comerciales, deuda que fue estimada en 14.000 millones de dólares. AFP