Para trasladarse en autobús de un lugar a otro no solo se debe contar con el dinero para cancelar el pasaje, sino también para la “colaboración” que se ven obligados a darle a los conocidos “charleros”, que en esta época decembrina se han incrementado.
La actitud intimidante de los charleros obliga a los usuarios a darle la colaboración que piden. Si abordan el transporte tres o cuatro hasta llegar al destino, el pasajero debe dar dinero a todos para evitar un rato desagradable o en el peor de los casos que les quiten sus pertenencias.
Para Dayana Jiménez, usuaria del transporte público, los “charleros” se escudan en una fachada para igual cometer sus fechorías, sin importarles edad ni género de sus víctimas a cambio de obtener lo que buscan: dinero. Considera que algunas personas piden por necesidad, pero todos son catalogados por igual. Aunque la forma agresiva de algunos los delata.
Jiménez se traslada a diario en autobús por la avenida Bolívar para llegar a su trabajo. Cree que la situación de los charleros se salió de control por no ser atacada a tiempo. Entre los gastos que realiza a diario está el de los dos pasajes y la colaboración obligatoria a por lo menos dos de estos.