¿De dónde salieron los candidatos vinculados a la oposición para los cargos en el CNE, Poder Ciudadano y Tribunal Supremo de Justicia? Parece que de la nada. Típico caso de paternidad irresponsable. Tiene algo de injusto, porque cuando los postulantes abandonan a los postulados suena a que estos solo hicieron un ejercicio de ambición personal al margen de estrategias y lealtades políticas.
Es difícil metabolizar esta dosis de estricnina aun para tontos profesionales; hay que convenir en que algunos partidos propiciaron esas candidaturas. Aquí surgen dos hipótesis: 1) Hubo quien alentara la idea –aunque parezca increíble– según la cual la debilidad del régimen lo obligaría a seleccionar candidatos imparciales de acuerdo con la exigencia constitucional y legal: en el CNE sería algo así como cinco imparciales o dos de cada lado, con un presidente escogido de común acuerdo; 2) hubo un entendimiento privado (o secreto) con la cuota de un rector electoral para un partido opositor, con uno que otro suplente, más algunos magistrados o suplentes en el TSJ.
El que varios diputados opositores hubiesen firmado el acuerdo del Comité de Postulaciones Judiciales explicaría que confiaban en la imparcialidad del PSUV o que todo no era más que una tramoya para darle luz verde a lo que finalmente ya estaba cocinado. Como es difícil la idea de la inocencia frente a una dictadura, lo más probable es que algunos dirigentes consideraran que era mejor una “cuota” que nada.
La reacción de la opinión pública opositora, de la base de todos los partidos –¡de todos!–, y la decisión de varios dirigentes políticos que saltaron al ruedo de manera inmediata, dejó huérfano el arreglo que hubo o, para decirlo con suavidad, parecía haber. De manera inesperada y positiva se constituyó una corriente opositora unificada que incluye a la mayoría de dirigentes y partidos, negada a convalidar el fraude constitucional cometido. Unidad que dice, para repetir la frase de Chúo Torrealba, que no quiere “puesticos o cuotas”.
No se puede culpar a la abstención de 2005 de tener los poderes confiscados que hoy se tienen, porque con la Asamblea Nacional actual, en la cual hay más de 60 diputados opositores, también el régimen se pasó los poderes por el Arco de Triunfo. Se puede participar en las elecciones parlamentarias de 2015, pero lo que no debería ocurrir es vender la idea de que allí sí se van a cambiar los poderes. La realidad que emerge es una: solo habrá poderes equilibrados con un cambio constitucional de régimen.
@carlosblancog