Cuando se vuelve la mirada atrás y se contempla todo lo que se ha resistido a uno lo invade una sensación de satisfacción. Paréceme que nos estamos acercando a la victoria porque desde la llegada al poder del usurpador el despliegue de violencia contra toda protesta ha ido aumentando en forma exponencial. Pudiera decir que hay un paralelismo entre la intensidad de la violencia que despliega el gobierno y el índice de inflación.
Nuestra situación difiere de la cubana por cuanto allá el genocidio precedió a la depauperación. Eso explica el éxodo que tuvo lugar hasta dejar desprovista a la isla de las fuerzas de resistencia. Quedó una población en peor condición a la de los siervos de la gleba. La resistencia tomó en Cuba la única ruta posible, no hacer, no producir. Si los hermanos Castro y la pléyade de funcionarios que sostienen el estado policial cubano no muestran signos de desnutrición, se debe a que esa fuerza de choque es mantenida desde el exterior.
La llegada de Castro encontró a los cubanos desapercibidos al igual que la de Chávez a los venezolanos. Ambas poblaciones sedientas de cambio y las dos decepcionadas 57 y 17 años después. Castro entró con un ejército sin resistencia y por lo tanto capaz de aniquilar. Eso hizo. La esclavitud se instaló en la isla aún con mayor fiereza de la pudo practicarse hace siglo y medio en una plantación algodonera en Atlanta.
Chávez entró sin ejército y su entrega al régimen cubano al igual que la que practica el usurpador tuvo por objetivo construir un ejército a la usanza castrista. Los llamados colectivos fueron un primer ensayo, que continuó con la desmoralización de la fuerza armada en la cual el narcotráfico juega su papel, bajo la falaz idea de estar minando al imperio.
Los nuevos despliegues de fuerza contra la población entre ellos el cierre de la frontera y las mal llamadas O.L.P. cuyas siglas más bien responden a ‘operación de liquidación del pueblo’, resultan impotentes para contener la resistencia. Pueden matar, pero no fusilar como lo hizo Guevara en Cuba. Todo lo que hacen es a escondidas, salvo las bravuconadas del usurpador atentando contra el gentilicio y el lenguaje. Están siendo derrotados por una fuerza que no se doblega: No se prostituyen. Es Fermín Toro. Miles de Sanfermines como en Pamplona. Es la resistencia.