Por estos días en Venezuela no existe algo más ridículo que un mal llamado revolucionario, izquierdista y chavizta, luchando contra la realidad. Y es que ella, la brutal realidad, se les ha convertido en sujeto subversivo.
El reciente informe del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS) indica que solo en mayo, hubo 52 saqueos y 36 intentos de saqueos. Además, se realizaron 641 protestas por falta de alimentos y medicinas.
A ello habría que agregar las diarias marchas, trancas, linchamientos, tomas, huelgas y demás protestas que a lo largo y ancho del país se están realizando. Este fantasma del alzamiento espontáneo y colectivo se está adelantando al Referendo Revocatorio. Son una especie de “mini caracazos” por donde está drenando la rabia y frustración de la inmensa población que no está apática ni es timorata ni menos miedosa.
Todo lo contrario. Si algo debe realzarse en el venezolano de estos tiempos es su rechazo a la imposición a formas de vida contrarias a su libertad de vivir en una sociedad democrática.
Sin poseer organicidad ni liderazgo evidente, desde las kilométricas colas en busca de alimentos y medicinas, la sociedad venezolana está dando respuesta diaria a un régimen que, de manera evidente, notoria y pública muestra su rostro de neo fascismo al reprimir toda muestra de rebeldía legítima y justa ante el acaparamiento de alimentos y medicinas que mantiene el régimen contra la población venezolana.
Lo que está sucediendo desde hace meses es un claro y evidente control social (alimentos y medicinas) del régimen para perpetuarse en el poder. Y en estas precarias y sesgadas maneras de distribución, donde se segrega a gran parte de la población por razones políticas, el régimen y sus colaboradores, están transitando la vergonzosa senda de la violación de los derechos humanos.
En este oscuro camino, donde ya existen registros de seres humanos que han muerto por falta de medicamentos y alimentos, se encuentran, tanto las cabezas visibles del régimen, desde el presidente de la república y ministros de las áreas involucradas, como los operadores directos: autoridades burocráticas y oficiales militares de nuestra Fuerza Armada.
No es solo la represión, el arresto arbitrario, el aislamiento en la detención, la tortura y la desaparición forzada lo calificado de violación de derechos humanos y delitos de Lesa Humanidad. También la desatención a la población en sus derechos básicos: alimentación, atenciónsociosanitaria (medicinas) y seguridad personal. Son, junto con otras más, actos catalogados como delitos contra los seres humanos en toda sociedad. Y estos delitos no prescriben y pueden ser atendidos por cualquier tribunal de justicia en la mayoría de los países.
Los oficiales militares venezolanos tienen información sobre lo que significa el protocolo de Roma. Conocen perfectamente sobre el derecho que tiene todo militar a negarse a acatar órdenes de mandos superiores cuando ello signifique violación de derechos humanos contra la población civil.
Las organizaciones de derechos humanos en Venezuela llevan un registro diario, minucioso, donde se especifica, con nombre y apellido, cédula de identidad, grado jerárquico, y demás datos, la responsabilidad de oficiales militares, policiales y demás autoridades, quienes han atentado, por acción, omisión o negligencia, atrocidades y demás delitos contra civiles venezolanos.
Resulta ocioso y repetitivo dar detalles y especificar con ejemplos los miles de delitos que este régimen ha cometido contra seres humanos. Valga solo rememorar uno de ellos: las miles de toneladas de alimentos y medicinas que en años recientes el régimen permitió que se pudrieran mientras el pueblo necesitaba de ellos. O la muerte del Sr. Brito. O la masacre de Tumeremo.
Si algún militar está leyendo este escrito sepa que sobre su consciencia (al permanecer en silencio y permitir actos inmorales e inhumanos) recae parte de esta afrenta que el régimen ejecuta, conscientemente, contra la población venezolana, indefensa y urgida de ayuda humanitaria.
(*) [email protected] TW @camilodeasis