El pasado martes 21 de junio el ex-presidente José Luis Rodríguez Zapatero presentó ante el Consejo Permanente (CP) de la OEA, por solicitud del gobierno de Nicolás Maduro, el proceso de dialogo en Venezuela. Señaló que “el dialogo está en fase de exploración, para construir las bases”. Asimismo, presentó lo que él considera que la agenda debería incluir: los conflictos y controversias entre los poderes públicos; la reconciliación de la nación; solución de los problemas económicos y sociales; periodización y cumplimiento de los procesos electorales; los derechos humanos; y control de las armas en manos civiles.
La intención por parte del gobierno de Maduro con este CP extraordinario de la OEA era evitar la reunión del mismo CP para hoy, 23 de junio, que conocerá la presentación de Luis Almagro, secretario general de OEA, del informe sobre el estado de la democracia en Venezuela.
Zapatero y los embajadores de los países del grupo ALBA usaron la narrativa de la confrontación violenta entre los distintos factores políticos que actúan en Venezuela; e hicieron énfasis de lo duro que fueron los procesos de paz en Centroamérica, Medio Oriente, y el de Chile de Pinochet. Zapatero llegó a afirmar que en estos lugares se desataron conflictos armados que pudieron evitarse con un diálogo. Y que al final cuando el conflicto se agravó las partes que antes no querían el diálogo se sentaron para solucionarlo.
Por lo cual, hoy la narrativa internacional del gobierno de Maduro es que la Oposición tiene un plan de desestabilización por la vía de la violencia. Hasta el punto que José “Pepe” Mujica -considerado un referente de la izquierda latinoamericana- planteó en una entrevista reciente con BBC Mundo en la Universidad e Oxford, que en Venezuela “se sale con política y voluntad política, la otra salida es la guerra”.
Han transcurrido 17 años desde que el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) tomó el poder en Venezuela. Durante gran parte de ese período, cuando el oficialismo dirigió el Estado con altos precios el barril de petróleo no vio la necesidad de concertar, parlamentar, la imposición al resto de la sociedad de un modelo denominado el socialismo del siglo xxi. Más bien el gobierno fomentó la radicalización de sus seguidores para enfrentar a la Oposición (grupos de colectivos, milicias). Y es cuando ocurre el gran colapso de la economía por la caída de los precios del barril de petróleo -una de las causas fundamentales- que el Oficialismo presenta la tesis de que en Venezuela debe haber un diálogo, porque podría convertirse en un teatro de guerra. Lo que ocurre es que “el socialismo fracasa cuando se les acaba el dinero… de los demás” [Margaret Thacher].
Ya basta de que los Gobiernos de las Américas sigan corriendo la arruga con la crisis político-económica-social que atraviesa Venezuela. Y continúen dejando pasar la oportunidad para influir en el regreso del Estado venezolano a las prácticas democráticas.
El informe de Luis Almagro, secretario general de la OEA, es contundente en el deterioro de la democracia en Venezuela. Desnuda la cruel realidad de vivir en un país con un gran déficit de democracia desde las perspectivas política, económica y social.
Es la primera vez que un organismo multilateral aborda el estado de la democracia en Venezuela con datos y fuentes. Hasta ahora sólo ocurría en los pasillos, Universidades, centros de pensamientos. Y en el caso especifico de la violación de los derechos humanos por parte del gobierno venezolano, en las comisiones de derechos humanos de la OEA y ONU -a lo que el régimen de Venezuela ha hecho caso omiso en cuanto a las resoluciones en su contra.
El esfuerzo del Secretario General de la OEA en unir a la Región para que se dé una solución pacífica, democrática y constitucional -a través de un referéndum revocatorio este año- en Venezuela es importante y urgente.
Si los gobiernos democráticos de las Américas siguen haciéndose los locos con la situación venezolana y no adoptan una posición firme y unida en contra del gobierno de Nicolás Maduro, sólo se puede esperar que se agrave la crisis en el país. Lo que llevará a enfrentamientos políticos más violentos y, muy probablemente, una migración masiva. Por lo que la crisis humanitaria trasladará a miles de venezolanos a los países vecinos -ya el cierre de la frontera con Colombia el año pasado generó una grave situación para ese país.
Será que la izquierda hispanoamericana maneja la información de que el gobierno de Maduro no está dispuesto a reconocer el fracaso del modelo del socialismo del siglo xxi, ni a retornar a las prácticas de la democracia representativa, por lo que Zapatero y “Pepe” Mujica asumen que Venezuela será un país en guerra.
Si fuera este el caso, los gobiernos de las Américas están llamados a evitar que Venezuela se convierta en un Estado fallido y que se reproduzca lo que Europa vive hoy por la profunda crisis humanitaria en el norte de África y Siria. Están a tiempo de evitarlo. Hoy en la reunión del CP de la OEA.
Antonio de la Cruz
Director Ejecutivo de Inter American Trends @iatrends