Hace 97 años el doctor José Gregorio Hernández murió arrollado en la esquina de Amadores, en la parroquia La Pastora, un 29 de junio de 1919, cuando cruzaba la calle, luego de comprar medicinas para una persona enferma.
Los historiadores le reconocen su fe, profunda sencillez, su dedicación profesional, así como su devoción a la Virgen, a Dios y al prójimo. En dos oportunidades quiso hacerse sacerdote, pero su condición física resultó su mayor obstáculo.
Nació en Isnotú, Trujillo, donde estudió su primaria y en Caracas se graduó de bachiller en filosofía y luego estudió medicina en la Universidad Central de Venezuela, donde obtiene el título de Médico el 28 de junio de 1888.
Sus restos se encuentran en el Templo de la parroquia Candelaria, después de estar por mucho tiempo en el Cementerio General del Sur. Era la tumba más visitada de ese cementerio.
Existen numerosos testimonios de personas que aseguran haber sido curadas por el Doctor José Gregorio Hernández. La mayoría coincide en que durante el sueño, ocurren cirugías y todo tipo de curas milagrosas que cada día agregan más devotos a este trujillano, que desde su repentina muerte, ha generado un culto alrededor de su personalidad, es uno de los personajes del siglo XX más queridos por todos los venezolanos que ha llevado inclusive a que El Vaticano comience su proceso de canonización.
Los venezolanos lo veneran por sus virtudes como médico y por su vocación religiosa. Desde hace varios años se le atribuyen varios milagros y curaciones, tanto es así que en 1949 el Vaticano inicia su investigación.