Ese es el nombre de nuestro himno, su coro, como todos recuerdan, dice:
“Gloria al bravo pueblo
que el yugo lanzó
la ley respetando
la virtud y honor”.
Hoy es el día de actualizar esta estrofa: la gente de virtud y honor que conforma mayoritariamente el alma nacional, sale a la calle a exigir el respeto a la ley. ¿A qué ley? Nada más y nada menos que a la más importante de todas: la Constitución Nacional en la que dice que el pueblo
tiene el derecho a un referéndum revocatorio si no está satisfecho con el gobierno que tiene. Y no estar satisfecho no es la frase que exactamente calza a este momento: la gran mayoría de los venezolanos estamos hartos de tanta indignidad, maltrato, opresión y miseria. Hemos sido conducidos a una situación inédita de desdicha y destrucción.
El gobierno está verdaderamente aterrorizado, se sabe absolutamente indefenso frente a la voluntad mayoritaria de la población. Es propio de las tiranías negarse a reconocer siempre la opinión del pueblo, porque las tiranías solo se sustentan en la amenaza, el miedo, la cárcel y la violencia cruel. Esto nos obliga hoy a extremar la prudencia, el orden, el civismo, la vocación de paz y respeto que los hijos de esta tierra anhelamos. En los últimos días, desde el poder no se hace otra cosa que pretender asustar a los que pretendemos ejercer el legítimo derecho a la protesta y la manifestación.
Pocas veces en nuestra historia, el poder había amenazado tan directamente a la población con tantos males y calamidades por el simple deseo de ejercer un derecho que las leyes consagran. Pero la gente ha perdido el miedo, porque se ha llegado a una de esas situaciones límite en la que “no tenemos nada que perder sino las cadenas y tenemos en cambio un mundo entero por ganar”.
Este gobierno se transformó en todo aquello en contra de lo cual insurgió. Se alzó en contra de la corrupción, las tribus judiciales y la pobreza, en contra de la ausencia de verdadera democracia. El país de hoy es el más corrupto, el más inseguro y el que cuenta con mayor inflación del planeta tierra. La justicia es una vergüenza, la división de poderes no existe. La democracia brilla por su ausencia, la opinión popular no cuenta, su expresión se persigue, las leyes se quebrantan con directrices emanadas del mismísimo Tribunal Supremo. Pocas veces en nuestra historia el pueblo ha sido acorralado de manera tan extrema. El ejercicio del poder es una mezcla de cinismo y crueldad.
El gobierno, como esos maridos maltratadores y violentos, no entiende porque la mujer ha dejado de amarle. No entiende que se cansó de ser golpeada, vejada y violada. Sí, algún día le quiso. Alguna vez él representó la esperanza de una vida feliz, pero fue una ilusión que duró poco. Ahora que ella quiere separarse, él solo responde de la única manera que conoce: la violencia.Hay mujeres que se callan y aguantan toda una vida, pero hay otras que en algún momento, se arman de valor, pierden el miedo a ese esposo que la destruye y se libera. En ese punto estamos: cansados del maltrato.
La mujer inteligente sabe que en el terreno de la violencia no tiene nada que ganar con el bruto, solo le queda exigir el divorcio, tal como lo garantiza el código civil, dadas las causales existentes. Venezuela, que es una hermosa mujer, le hace saber hoy a quien tanto la agrede, que perdió el miedo, que no aguanta más, que quiere el divorcio.
“Compatriotas fieles, la fuerza es la unión”.