La primera y muy pronta discusión debería ser sobre el candidato que representaría a la oposición en el caso de que se presentara la ausencia absoluta del Presidente de la República. No debería quedar ninguna duda de que deber ser un candidato único, apoyado por todos los partidos políticos en palabra y acción. Tiempo para unas nuevas primarias quizás no tengamos, por lo tanto, las alternativas son dos: Henrique Capriles Radonski, quien representó a la unidad democrática en las elecciones pasadas, luego de haber sido electo como candidato de la unidad en las primarias, o un candidato por consenso, escogido con la venia de todos los partidos políticos de oposición. Capriles Radonski estará participando como candidato a la gobernación de Miranda este 16 de Diciembre, lo cual no quita que si la decisión es que el vuelva a ser el candidato a unas posibles elecciones presidenciales, se separe del cargo de ser reelecto de nuevo gobernador.
Gran error sería que se desataran las ambiciones personales y partidistas, y no hubiera consenso en un candidato único por la oposición democrática. Ninguno tiene individualmente la fuerza, el respaldo y la liquidez económica para lanzarse independientemente de la unidad, a la aventura de la aspiración presidencial. La lucha sigue siendo David contra Goliat, porque el poder sigue del mismo lado, al igual que el manejo de los recursos económicos y el uso abusivo de las Instituciones que han demostrado no ser independientes, sino seguidoras de la línea oficialista.
El segundo escenario que se nos presenta es que el presidente se recupere, pero no lo suficiente para asumir un país endeudado y en descalabro económico y social, en donde quienes gobiernan verdaderamente son los hampones y delincuentes que mantienen a la población en zozobra, y que además se atreven a retar a los organismos de seguridad del estado a prohibirles entrar en territorios ocupados por ellos. El desabastecimiento, la inflación, la posible devaluación de un bolívar que ya no puede mantenerse a 4.30, el gasto público ocasionado por las misiones y los mas de tres millones de empleados públicos que dependen del Estado, exigen un gobierno decidido a resolver con planificación, junto a todos los sectores económicos y sociales del país, el esfuerzo necesario para evitar la bancarrota, con las consecuencias fatales que no me atrevo a mencionar.
Ante este escenario, el mismo presidente asomo la posibilidad de que quede inhabilitado para asumir sus funciones, por lo que el llamado a elecciones se haría de igual forma. Chávez nombro a su sucesor, y pidió a sus seguidores votar por él, si hubieran elecciones. Es decir, el chavismo obedecerá los deseos de su líder.
El tercer escenario es que Chávez, aún convaleciente de ésta recaída y en tratamiento, decida continuar con su mandato, como lo ha hecho hasta ahora, con todas las ausencias que su enfermedad le exijan y que el país continúe como barco a la deriva, sin que los funcionarios del alto gobierno se atrevan a tomar decisiones sin la aprobación de su líder. Nuestro país necesita un gobierno que gobierne, que ponga orden, que ataje la debacle económica, controle el gasto público y permita que se fortalezca la independencia de las instituciones para que cumplan con sus funciones constitucionales Los venezolanos necesitamos un gobierno que le ponga mano dura al hampa, que desarme a la población y meta preso a los delincuentes. Que le de seguridad a los ciudadanos. Pero sobre todo, Venezuela necesita un gobierno que acabe con la división, la discriminación y el odio, y se dedique a generar las políticas públicas necesarias para sacarla del atolladero en el que está metida, y que los venezolanos puedan reencontrarse y encontrar el camino del progreso y la paz social. Hasta hoy, ni el Presidente Chávez ni ninguno de sus posibles sucesores, han dado muestras de querer el poder para servir a todos los ciudadanos por igual, con apego a los derechos humanos y respeto a la Constitución. Venezuela vive momentos históricos. Ojalá los ciudadanos estemos a la altura de lo que Venezuela necesita, siempre pensando en el futuro de nuestros hijos y nietos. El 2013 nace con los pañales apretados, pero con posibilidades de cambio. Roguemos porque ese cambio sea a favor de la libertad y la democracia.