En Venezuela las cosas han cambiado mucho en el último mes. Desde que Chávez viajó a Cuba el 10 de diciembre para someterse a una cuarta operación, el gobierno ha tenido una inusitada locuacidad. En menos de 30 días los venezolanos, acostumbrados al silencio oficial, han escuchado 27 boletines sobre la salud presidencial. Pero estos han sido hasta ahora confusos, ambiguos e incluso contradictorios. Los boletines oficiales están plagados de calificativos tan vagos como “complicado”, “complejo”, “difícil”, “favorable”, “estable” o “exitoso”. Y nadie en el oficialismo ha contestado la única pregunta que realmente importa: ¿Chávez puede seguir siendo presidente?. /Revista Semana.
Al respecto Chávez sigue siendo un enfermo sin diagnóstico. Solo se sabe que lleva 115 días de tratamiento en hospitales de La Habana, donde lo preservan las herméticas y silenciosas murallas del régimen castrista. También ha trascendido que ha ido a radioterapia, a quimioterapia y que en semana santa le imploró a Cristo “no me lleves todavía.” A pesar de que en plena campaña presidencial aseguró estar “libre, totalmente libre” de cáncer ya lo han sometido a cuatro operaciones.
La última fue el 11 de diciembre para extirparle nuevas “células cancerígenas”. Según el parte oficial la cirugía, que duró más de seis horas, culminó “correctamente y de manera exitosa”. Pero en pocos días el optimismo dio paso a declaraciones más sombrías. El 18 de diciembre se supo que el presidente tenía una infección respiratoria que “ha sido controlada”. Después se insistió que “él se encuentra bien, se encuentra consciente”, y el vicepresidente Nicolás Maduro incluso dijo que “estaba caminando, haciendo ejercicios”. ?Días después Maduro informó de “nuevas complicaciones”. El 2 de enero, en una entrevista a TeleSUR, dijo que el postoperatorio había sido complejo y que le había dado la mano. “Me apretó con una fuerza gigantesca mientras hablábamos”. Ahora el gobierno informó que el comandante presidente tenía una insuficiencia respiratoria por una “severa infección pulmonar”.
Así, a pesar de su abundancia, la imprecisa comunicación oficial solo ha logrado alimentar los rumores más extremos. El 31 de diciembre empezó una fuerte ola de suposiciones que no ha parado. Esa noche, mientras el gobierno le daba un homenaje al padre ausente de la revolución socialista bolivariana, las redes sociales se desbordaban de comentarios en el sentido de que el mandatario estaba en coma inducido o incluso sobre su inminente fallecimiento. Lo cierto es que nadie, excepto la familia y la cúpula de gobierno, sabe realmente cómo está el presidente.
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