Dicen que cuando no conoces la historia estás condenado a repetirla. Pero, hay casos de extraordinarias coincidencias que sorprenden al mundo.
Una coincidencia es cuando dos eventos ocurren en un mismo lugar y/o en un mismo tiempo, explica definicion.org. Una situación que parece plagiarse a otra, pero que nada tienen que ver.
Por eso, las coincidencias siempre son interesantes. A continuación, con información de 2spare.com y lointeresante.com, te presentamos un listado de 10 extrañas y sorprendentes coincidencias.
1. La maldición del rayo. Parece que toda una familia está maldita, puesto que tres de sus hombres, de diferentes generaciones, han muerto de la misma manera y en el mismo lugar.
La historia comenzó así: En 1899, un rayo mató a un hombre que estaba parado en su jardín trasero en Taranto, Italia.
La vida siguió, pero 30 años después su hijo fue muerto de la misma manera en el mismo lugar. Un rayo acabó con su vida.
Pero, no todo terminó ahí, el 8 de octubre de 1948, Rolla Primarda, el nieto de la primera víctima e hijo de la segunda, pasó a ser el tercero en la lista. Murió de la misma manera.
2. El paso de Halley. Probablemente la vida de Mark Twain sea una de las más conocidas y comentadas del mundo. Es la historia de un escritor que nació en 1835, en el mismo día en que el cometa Halley hizo una de sus apariciones en la tierra. La coincidencia en su historia es que cuando Halley hizo su siguiente aparición, en 1910, él murió.
Un año antes, en 1910, el mismo Twain, como si supiera, dijo: “Llegué con el cometa Halley en 1835. Viene de nuevo el próximo año y me espero ir con él”.
3. La muerte de “Greenberry Hill”. Aunque parezca un chiste, no lo es. Es un caso lamentable de muerte. En 1682, tres hombres fueron muertos en la horca, luego de que se les acusara de la muerte de Edmund Godfrey (en la imagen), en su residencia de Greenberry Hill. Sus nombres eran: “Robert Green, Henry Berry, and Lawrence Hill: Green Berry Hill”.
4. La historia de Edgar Allan Poe. Edgar Allan Poe escribió un cuento llamado “La narración de Arthur Gordon Pym”, en donde cuenta la historia de 4 náufragos que permanecieron a la deriva en un barco durante varios días, hasta que decidieron matar a uno de los tripulantes para alimentarse de él.
Quien fuera el salvador, llevaba el nombre de Richard Parker. Hasta ahí todo era cuento, pero la ficción se volvió realidad en 1884.
En aquél año, un velero de nombre Mignone se hundió y cuatro hombres lograron sobrevivir. Navegaron sin rumbo por días, hasta que tres de ellos decidieron que uno debía morir para ayudar a los demás a seguir. ¿El elegido? Un hombre de nombre Richard Parker.
5. La suerte de Anthony Hopkins. El actor hollywoodense que el mundo conoce por su papel de “Hanibal Lecter”, también protagoniza una de las historias de coincidencias más sorprendentes. La historia cuenta:
En la década de los setenta, Hopkins aceptó participar en la cinta “La chica de Petrovka”, basada en la novela de George Feifer. Así que comenzó a buscar información para conocer más su papel, específicamente el libro.
En Londres, donde se encontraba, no halló ni un sólo ejemplar. Después de una larga búsqueda, una tarde, sentado en una banca de una estación del tren, encontró una copia.
Lo interesante es que era una copia personal de Feifer, donde había anotaciones personales. El libro estaba ahí, como esperándolo, porque el escritor le había proporcionado la copia a un amigo a quien esa tarde le habían robado el automóvil. ¿Suerte?
6. El libro de Anne Parrish. La escritora estadounidense de libros infantiles se encontraba disfrutando de París, recorriendo librerías. Mientras que a su marido le contaba que su publicación favorita de cuando era niña era “Jack Frost”.
En una de las tiendas encontró ese libro que tantos recuerdos le traía y empezó a compartirlos con su esposo. La sorpresa fue que cuando abrió las páginas de ese ejemplar descubrió que era el mismo que ella tenía de niña.
¿Cómo lo supo? En la primera página se leía “Anne Parrish, 209 N. Weber Street, Colorado Spring”. Era el mismo libro.
7. De tal palo, tal astilla. En 1858, los juegos de azar podían costarte la vida. Al menos a Robert Fallon sí le pasó. Mientras se encontraba en una mesa de poker, fue muerto, puesto que los jugadores contra quienes apostaba lo acusaron de ganar 600 dólares (7 mi pesos) haciendo trampa.
Ante el asesinato, la policía tuvo que intervenir para realizar una investigación. Mientras que los otros jugadores tuvieron que buscar a una persona que lo reemplazara, y así lo hicieron.
Un hombre con más suerte que Fallon llegó, y de los 600 dólares hizo 2 mil 200 (casi 26 mil pesos). Los agentes ministeriales no encontraron pruebas de la trampa de Fallon y ordenaron al “nuevo jugador” a regresar los 600 dólares para otorgarlos al heredero de Fallon. ¿La sorpresa? El nuevo jugador era el hijo de Fallon, a quien desde hace 7 años atrás no veía.
9. La llegada de Hernán Cortés. Cortés llegó a México en 1519, justo en la misma fecha en que los mayas predijeron, en su calendario, que Quetzalcoalt regresaría a reclamar Tenochtitlán.
Entonces, los aztecas asumieron que Cortés era Quetzalcoalt y lo recibieron de manera pacífica. La mala coincidencia terminó en una terrible matanza, que hoy es parte importante en la historia de México.
10. Lincoln y Kennedy. Desde siempre, se han hecho grandes comparaciones entre ambos ex Presidentes de los Estados Unidos, pero no sólo porque los dos ocuparon ese puesto. Entre Lincon y Kennedy, las coincidencias parecen ilimitadas. Estas son tan sólo algunas de ellas:
– Ambos llegan al número 7 por las letras de sus nombres.
– Ninguno le temía a la muerte, por eso evitaban tener guardaespaldas.
– Lincon y Kennedy sabían que podían acabar fácilmente con su vida, puesto que ambos pronunciaron frases que decían: “Si alguien quiere quitarme la vida, no hay nada que pueda hacer para prevenirlo” (Lincon), y “Si alguien quiere dispararme desde una ventana con un rifle, nadie podrá detenerno” (Kennedy).
– Los dos fueron elegidos como Presidentes en años que terminaban con 60.
– Ambos murieron de un tiro en la cabeza en un viernes.