Para quienes no han entendido: Maduro y Cabello pertenecen al chavismo, como Adán, el hermano de Chávez; como el exvicepresidente Elías Jaua; como Ricardo Menéndez y José Arreaza, nombres de la única fuerza que gobierna esta nación llena de petróleo y bolívares, que en el mercado negro de los maleteros en el aeropuerto se cambian a 14 por dólar mientras la tasa oficial es 4 por dólar, y oficial aquí es todo. Y lo que no es oficial hay que conseguirlo con dificultad, y por eso también se retrasan las ediciones de los periódicos, mientras llega cada mañana de la morgue un periodista que permanece la noche contando los muertos que llegan por la creciente delincuencia en las calles de Caracas, que pasan rápidamente de estar teñidas de rojo durante el día, a las fachadas grises de edificios expropiados en la noche, y que son refugio de mendigos y otros habitantes.
Se retrasa hasta el Tribunal Supremo, que debía pronunciarse muy temprano en la mañana y del que, durante horas, solo se vieron las sillas vacías de magistrados que desde hace nueve años no han sido capaces de emitir fallos contrarios al Gobierno de Chávez. Se retrasan los vuelos provenientes de todas partes del mundo, que llegaron ayer con cuatro horas de retraso.
Está atrasada la oposición, que obtuvo en octubre de 2012 el favor electoral de casi siete millones de votos y en diciembre recibieron del chavismo una lección política alzándose el caudillo con 20 de 23 gobernaciones, en 10 de las cuales puso a 10 de sus militares más cercanos. Y está atrasada la oposición porque pasa demasiado tiempo mirándose en el espejo, admirando la juventud de sus líderes Enrique Capriles, gobernador de Miranda, Henri Falcom, Pablo Pérez y Leopoldo López, entre otros… Todos parecidos a Peña Nieto, el mexicano que revivió al PRI, como en las telenovelas.
Las únicas que por ahora parecen no estar atrasadas son dos mujeres: Cilia Flórez, procuradora general de Venezuela, esposa del vicepresidente, Nicolás Maduro, y candidata desde ya al Consejo Nacional Electoral. La otra es una joven de los servicios de inmigración, quien no está dispuesta a que se le haga tarde: “Chica, espera el otro turno, que es mi hora de comer”.
Diana Calderón es directora de informativos de Radio Caracol / Publicado en El País