En los años noventa hubo en Venezuela una crisis muy grande con los controles de precios, de cambios y la regulación de los precios de los productos básicos. A pesar de que se instauraron los controles, se producto escasez de productos de primera necesidad.
Actualmente, este mismo escenario se está viendo en el país, lo cual quiere decir que la mezcla del control y la escasez es factible y no tiene que ver con la cuarta o la quinta, sino con una política equivocada.
Siempre hemos reconocido que los controles han sido instaurados por el Ejecutivo en aras de mantener la preferencia de los que menos tienen y
esto se ha comprobado recientemente, con los resultados de las elecciones.
Además, las misiones sociales y el gasto público que aumento considerablemente en el 2012, por motivos electorales, dieron sus frutos, porque se registró un aumento en la disponibilidad de dinero y la economía creció. No obstante, al final, la ecuación de diciembre el aumento de la inflación y la escasez de los rubros cuyos precios están controlados.
Como siempre nos apoyamos en cifras ofíciales, podemos decir que el Banco Central de Venezuela reportó para el 2012 un índice de escasez entre 14% y 16,3%, lo cual constituyó uno el mayor porcentaje desde el 2008.
Desde el Ejecutivo han sostenido que una escasez de este tipo “es normal” y que solamente si pasa de 20% se puede considerar peligroso o
preocupante. No obstante, hay quienes dicen que esta falta de productos en los anaqueles llegó a ubicarse en 24%, en productos de primerísima necesidad como el pollo, la harina de maíz, la harina de trigo y el aceite.
La situación con el pollo, por ejemplo, ha sido tan grave, que el propio Gobierno ha admitido que las empresas del ramo necesitan de un margen de ganancia que permita al negocio ser sustentable. Claro, el Ejecutivo interpreta que es exagerado el margen de ganancia que las empresas del rubro quieren.
“El problema se presenta cuando se considera que ese margen debe ser de 10%, 15%, 20% o 30% y entonces se juega a disminuir la producción y por eso vemos consecuencias como las que se registraron en noviembre y diciembre”, comenta.
Desde el ministerio de Alimentación sostienen que en este sector no pueden regir las leyes del mercado, porque la ideología socialista está en contra de ellas. No obstante, hemos dicho que la economía no tiene ideología y por lo tanto, el Ejecutivo podría tener dos políticas, una de subsidios para los sectores más necesitados y otra de estímulo para el sector privado. Lo hemos comprobado, una vez que conviven el Gobierno y el sector privado, las cosas se pueden solucionar.
Ante el problema de escasez y la imposibilidad de poderlo solucionar, se acudió al esquema de las fiscalizaciones, con la consecuencia de los cierres, multas e incautación de mercancía por presunto acaparamiento. Así las cosas, la semana pasada se incautaron 1.314 toneladas de azúcar, 4.647 toneladas de harina de maíz y 809 toneladas de pollo.
Sin embargo, el Ejecutivo tuvo que admitir “fallas de distribución”. No es con fiscalizaciones y decomisos que se solucionan estos problemas. El miedo y la inseguridad jurídica no abonan el terreno del desarrollo del país, todo lo contrario.