La cúpula del chavismo venezolano nunca fue ajena a las intrigas y a los desafíos de poder, pero la inesperada ausencia de su líder empujó a sus principales espadas a tejer una alianza de Gobierno que sorprendió a propios y extraños en un país que durante un mes no ha visto ni escuchado a su presidente, reseña Reuters.
Hugo Chávez está internado en Cuba en un postoperatorio lleno de complicaciones luego de una delicada cirugía por el cáncer que padece, lo que dejó un enorme vacío en la vida política de la nación petrolera acostumbrada a su presencia constante desde hace 14 años.
Su heredero político y vicepresidente, Nicolás Maduro; el jefe de la Asamblea, referente del ala militar y del partido oficialista, Diosdado Cabello; y el presidente de la gigantesca petrolera Pdvsa, Rafael Ramírez, llevan un mes tomando decisiones conjuntas y desmienten a diario que haya peleas.
En diciembre, dos meses después de ser reelecto, Chávez dejó a Maduro al mando y pidió a los venezolanos votar por el vicepresidente si se viese forzado a dejar el poder. Después, partió a La Habana para su cuarta operación en 18 meses.
Su falta dejó al desnudo una situación que siempre estuvo a la sombra del líder socialista: el chavismo es una fuerza con extremos tan lejanos que sólo su creador puede sostener en equilibrio.
Apurada por las circunstancias, la troika Maduro-Ramírez-Cabello dejó de lado sus diferencias para mostrarse unida públicamente frente a una oposición que, pese a los ataques del Gobierno, se ha mantenido calma.
“Estamos jugando cuadro cerrado”, dijo a Reuters uno de los integrantes del trío, en referencia a una estrategia del béisbol en la que un equipo adopta una posición defensiva para evitar que el contrario anote.
Pero aún no es claro cómo se están tomando las decisiones.
Los comunicados del Gobierno indican que Chávez está consciente y al tanto de lo que ocurre en el país, pero crecen las dudas sobre su real estado y algunas decisiones cruciales para el funcionamiento del Estado se dilatan.
La relación entre Maduro, Cabello y Ramírez ha estado signada por un trato diplomático, ya que cada quien atendía un espacio de poder y el presidente era el encargado de tomar las decisiones difíciles.
“Nunca pensamos sentarnos en una mesa de negociación con él (Cabello) pero una vez que comenzamos a trabajar, nos ha sorprendido gratamente”, confesó un funcionario cercano a Maduro. “El trato antes era cortés pero distante, ahora que nos vamos conociendo es que nace la camaradería”, relató.
Decisiones
Los analistas consideran que la moneda venezolana debe ser devaluada de inmediato, una decisión impopular que podría ser costosa para Maduro en un año en el que podría ser candidato en unas elecciones anticipadas.
La continuidad de las emblemáticas “misiones” sociales de Chávez ha quedado en duda desde finales de año y aunque el Gobierno sigue inaugurando casas para los pobres, la inconformidad y los pedidos de atención se multiplican mientras se hace cada vez más urgente reimpulsar estos programas.
Ramírez maneja el presupuesto de la “Gran Misión Vivienda Venezuela” y su afinidad con Maduro -siempre tuvo una relación al menos distante con Cabello- garantizaría que los enormes programas de subsidios no sean al menos por ahora presa de pugnas políticas.
Pese a los elogios y la dependencia mutua, hay analistas que creen que la relación no es sincera, especialmente la de Maduro y Ramírez con Cabello, y se erosionará con el correr del tiempo.
“La unidad de los herederos, con todo y abrazo fotogénico, no es sino una tregua táctica (…) Más temprano que tarde saldrán a relucir los cuchillos”, escribió Fernando Rodríguez, editorialista del diario opositor Tal Cual.
Lo que tampoco se conoce es cuánto podría durar esta situación.
En un polémico fallo que según la oposición y abogados constitucionales es una flagrante violación de la carta magna, el máximo tribunal del país permitió a Chávez postergar su juramentación para un nuevo período de mando y ratificó a su gabinete mediante la tesis de la continuidad administrativa.
La Constitución permite a un presidente electo no jurar en la Asamblea Nacional ante una situación imprevista, pero la oposición exige que se ponga en marcha la elección de una junta médica que certificaría si Chávez está capacitado para seguir gobernando, un mecanismo también previsto en la ley.
Si Chávez no se recupera, al jefe del poder legislativo le corresponde certificar su ausencia absoluta y Cabello podría tener que dar un paso al frente para asumir el mando y convocar a unas elecciones precipitadas.
Una transición en manos de Cabello tendría como objetivo lograr el triunfo de Maduro en las urnas, una votación en la cual Ramírez jugaría un rol preponderante en la transferencia de recursos para la campaña.
Analistas consideran que una eventual división del trío pondría en riesgo la permanencia en el poder del partido de gobierno y provocaría una hecatombe dentro del chavismo.
Distinta cuna
La alianza de un sindicalista radical, un administrador criado con comodidades y un militar retirado puede parecer extraña para muchos venezolanos, pero las circunstancias actuales parecen ameritarlo, según señalan encumbrados chavistas.
“Es el momento clave de la revolución y ellos lo han entendido”, confió a Reuters un funcionario de alto rango del Gobierno, que según la oposición está “paralizado” sin Chávez.
“Ahora es cuando debemos permanecer más unidos, porque el imperio, la oposición buscará la coyuntura para intentar poner fin al proceso revolucionario”, añadió la fuente, que habló bajo condición de anonimato.
En los últimos años del Gobierno de Chávez, Maduro, un fornido ex conductor de autobús, se convirtió en su sombra. Desde su posición en la cancillería fue el encargado de repetir el ideal de Chávez de crear un nuevo orden mundial multilateral para detener la influencia de Washington.
Como político maneja un importante capital que incluye un gran número de legisladores leales y su influencia llega hasta a la Procuraduría, donde la mandamás es su pareja Cilia Flores.
Maduro asegura que con Cabello ha construido en los últimos días una “verdadera hermandad en Chávez”, pero los rumores de roces y fracturas no cesan.
Cabello saltó a la arena política al formar parte de una fracasada intentona golpista en 1992 comandada por Chávez y mantiene estrechos lazos con las Fuerzas Armadas.
Observadores aseguran que mantiene contacto con sectores moderados de la oposición y empresarios, al tiempo que su hermano está al mando del clave ente recaudador de impuestos.
Ramírez, por su parte, es el hombre de mayor experiencia administrativa en el Gobierno debido a que conduce la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), cuyo patrimonio es mayor al de algunas naciones de Sudamérica.
Es el de menor trayectoria política, pero controla la máquina de hacer dinero del país y se ha destacado por ser un astuto portavoz y un buen gerente en tiempos de crisis.
Ramírez maneja la empresa que provee al país casi la totalidad de las divisas que le permiten administrar un estricto control de cambios. Por su extensa relación con Chávez es ahora el encargado de mantener el equilibrio entre el ímpetu de Cabello y el pausado estilo de Maduro.
En un acto el 10 de enero, donde miles de seguidores de Chávez celebraron el inicio simbólico de su nuevo mandato presidencial, se vio a Ramírez tomar del brazo al vicepresidente y al jefe de la Asamblea más de una vez y hablarles al oído en tono paternal.
“Nadie es como Chávez, es injusto comparar a cualquiera con él”, comentó una trabajadora del complejo de oficinas adscritas al Palacio de Miraflores. “Pase lo que pase, no será lo mismo”.
Mario Naranjo/ Reuters/Reporte adicional de Marianna Párraga; Editado por César Illiano, Silene Ramírez y Damián Wroclavsky