A un mes de los comicios presidenciales y legislativos en Ecuador, el mandatario izquierdista y candidato a la reelección, Rafael Correa, se perfila como ganador en primera vuelta frente a un atomizado grupo de adversarios que se empeña en forzar un balotaje.
Para asegurar su permanencia en el poder el 17 de febrero, Correa, un economista de 49 años, deberá obtener el 50% más uno de los votos válidos o el 40% de éstos y una diferencia de 10 puntos sobre el segundo.
Casi todas las encuestas de intención de voto muestran que este aliado del presidente venezolano, Hugo Chávez, evitaría una segunda ronda y que su contendor más fuerte es el banquero Guillermo Lasso.
El más reciente de esos sondeos, difundido el miércoles por la firma privada Market, señala que el gobernante sería reelegido con 49% de los sufragios y que el apoyo a Lasso llegaría a 18%.
Esta investigación fue realizada hasta el 10 de enero entre 760 personas en las provincias de Guayas y Pichincha, que concentran el 45% de la población, y es la primera en ser divulgada desde que comenzó oficialmente la campaña, el 4 de enero.
Un estudio publicado hace dos semanas por la también privada Perfiles de Opinión daba a Correa ganador con 60,6%, frente a 11,2% del aspirante de derecha.
“Una sola vuelta”, repite el presidente en sus actos de campaña, a la que se dedica de lleno desde el martes cuando empezó a tomar una licencia de un mes con esa finalidad.
El jefe de Estado disfruta además de una alta popularidad, que según Perfiles de Opinión ronda el 80%.
Analistas atribuyen ese apoyo a la estabilidad política y económica que tiene hoy día Ecuador: Correa, en el poder desde 2007, es el presidente que más ha durado en el cargo desde 1996, período en el cual el país tuvo ocho gobernantes (tres derrocados) y se convirtió en el más inestable de la región.
“La apuesta es ganar en primera vuelta y no es una cuestión difícil porque hay mucha dispersión entre los otros candidatos”, dijo el miércoles a la AFP Santiago Basabe, profesor de ciencias políticas de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
Además de Correa y Lasso, pujan por el sillón presidencial el destituido exmandatario Lucio Gutiérrez (2003-2005), los izquierdistas Alberto Acosta y Norman Wray -antiguos aliados del gobierno-, los derechistas Álvaro Noboa y Mauricio Rodas y el pastor evangélico Nelson Zavala.
De ellos, el que mejor se ubica en los sondeos es Gutiérrez, con 12% según Market y 4,5% según Perfiles de Opinión.
“Gutiérrez podría disputarle el segundo puesto a Lasso. En las encuestas no se le ve porque su voto es vergonzante, la gente no suele reconocer que vota por él”, comentó Basabe.
Con esta ventaja, Correa busca que su movimiento Alianza País (AP) logre la mayoría legislativa. “Necesitamos el apoyo para tener una mayoría contundente en la Asamblea”, afirmó el miércoles.
AP tiene el principal bloque pero varias deserciones minaron su representación, por lo que el gobierno no pudo sacar adelante proyectos como una ley para regular a la prensa, con un sector de la cual el mandatario sostiene una agria disputa.
“Obtener esa mayoría va a ser más duro que la carrera presidencial”, observó Basabe. Market indicó que AP se aseguraría dos tercios del Congreso.
Aupado en la ventaja que señalan las encuestas, Correa ha dicho que solo participará en debates si hay una segunda vuelta, ponderando la “coherencia” de Lasso, a quien acusa de querer gobernar para el sector bancario, uno de los más afectados por su gestión.
De hecho, los mayores puntos de controversia de la campaña se centran en las propuestas económicas: mientras Correa plantea que la carga tributaria recaiga principalmente sobre los ricos, el banquero promete bajar nueve impuestos, incluido el de salida de divisas, que el presidente subió a 5% para proteger la dolarización.
Los tributos son la segunda fuente de ingresos de Ecuador, después del petróleo.
Lasso también ha anunciado que negociará acuerdos comerciales con Estados Unidos y la Unión Europea -un tema casi tabú en Ecuador por la férrea oposición de los indígenas-, en tanto que Correa rechaza los tratados clásicos de libre comercio, aunque no la firma de pactos flexibles.
El banquero critica en particular que mientras en 2006 la actividad pública representaba el 23% de la economía, ahora esa cifra llega al 50%.
“Es un camino ideológico que relega a la economía privada”, dice, pero Correa asegura que si continúa en el poder hasta 2017 el Estado seguirá teniendo un rol preponderante en la economía.
AFP