La emigración desde Latinoamérica a países desarrollados no muestra signos de reducirse significativamente pese a la mejora económica en algunos países de la región, según un informe sobre inmigración presentado hoy por la Organización de Estados Americanos (OEA).
El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, destacó en la presentación del informe esta tendencia, así como que la situación laboral de los emigrantes latinoamericanos no ha mejorado sustancialmente tras la crisis iniciada a finales de 2008.
“Ni siquiera la crisis económica más grave desde la Gran Depresión ha logrado disminuir significativamente los movimientos migratorios, que continúan y que sin duda aumentarán”, siempre que persistan los desequilibrios demográficos, según el informe anual “Migración Internacional en las Américas”.
Por ejemplo, Canadá y Estados Unidos registraron en 2010 un aumento de la llegada de inmigrantes del 5 %, después de experimentar una caída del 12 % en 2009.
El informe señala que “los movimientos migratorios en los distintos países de América Latina y el Caribe parecen tener poca conexión con los cambios en el estado de las economías nacionales de muchos países”.
En este sentido, señala que los flujos podrían estar más determinados por la situación económica en los países de destino que por la de los de origen.
Desde 2010, países como Estados Unidos han mejorado sus condiciones económicas tras la recesión generalizada desencadenada después de la crisis financiera de 2008, mientras que en Europa, países como España luchan contra la recesión y el alto desempleo.
Mientras tanto, un gran número de economías latinoamericanas mantienen fuertes tasas de crecimiento desde 2010, lo que sin embargo no ha revertido de manera significativa los flujos migratorios de América Latina y el Caribe.
El informe apunta que en 2011 la mitad de los flujos migratorios dentro del continente americano estuvo dirigida hacia Estados Unidos y Canadá.
Esta tendencia hizo que las remesas a América Latina y el Caribe “mostraran signos de sólida recuperación” en 2011, con tasas de crecimiento que se asemejan a aquellas de antes del inicio de la crisis financiera y un volumen que superó los 61.000 millones de dólares, lo que supone un aumento respecto a 2010 del 6 %.
Los primeros embates de la crisis económica mundial a finales de 2008 provocaron que la llegada de inmigrantes a España cayera hasta un 38 % de media, además de que las remesas enviadas desde ese país registraran un desplome considerable.
España, el principal país receptor de los inmigrantes que van a Europa, sufrió una caída mucho mayor que, por ejemplo, Estados Unidos, en donde la reducción de la llegada de inmigrantes legales fue del 4 %.
“Aunque las condiciones económicas se han vuelto más difíciles en casi todas las partes dentro de la zona de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), los movimientos migratorios desde las Américas se han mantenido a un nivel relativamente alto”, explica el informe.
Durante el comienzo de la crisis, las dificultades económicas en España y Estados Unidos parecen haber tenido el efecto de redirigir los flujos migratorios hacia otros países de la OCDE, como Canadá, México, Chile, Japón, Corea del Sur, Australia o Nueva Zelanda.
En cuanto al mercado laboral, el informe pone el ejemplo de Estados Unidos y sobre todo de España para ilustrar cómo el fuerte desempleo ha afectado a los inmigrantes y, pese a la recuperación en un gran número de países de la OCDE, “no se puede decir que la situación de los inmigrantes de las Américas haya mejorado mucho”.
“En España la situación del mercado laboral para los migrantes continúa deteriorándose, aunque de menor forma entre los emigrantes de las Américas que entre los migrantes de otras partes del mundo”, asegura el informe, que se elabora con el apoyo de la OCDE y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Pese a que aquellos nacidos en España tienen menos incidencia de desempleo, el informe considera que una vez comiencen a aumentar las contrataciones los empresarios no harán tanta distinción entre un nativo y cualquier otro hispanohablante. EFE