Cuando el propietario del Empire State Building vio amenazado el dominio de su rascacielos sobre el paisaje urbano de Nueva York, resolvió modernizar el sistema de iluminación de su aguja, el cambio más importante desde su inauguración en 1931.
La aguja, la misma que trepa King Kong en la película en blanco y negro de 1933, comenzó a estar iluminada en 1956, con la introducción de colores veinte años más tarde.
Al caer la noche, los neoyorquinos podían admirar el blanco los días comunes y otros colores según los acontecimientos: azul y blanco cuando los Yankees ganaron la final de la serie mundial de béisbol, rojo y verde para Navidad, verde para la fiesta de San Patricio.
Pero los grandes proyectores instalados en el exterior en la década de 1970, cada uno de 50 centímetros de diámetro, dejaban a la aguja en un halo difuso.
Por ello, y vista la ruda competencia entre los rascacielos simbólicos de Nueva York, el Empire State requería una mejora, pensó su dueño, Anthony Malkin.
En el sur de Manhattan, la nueva torre del World Trade Center, la WTC1, se encuentra en la fase final de su construcción pero ya es la más alta de la ciudad y brilla todas las noches.
En el centro de la Gran Manzana, el rascacielos del Bank of America también tiene un deslumbrante juego de luces.
“La alarma sonó en 2004, cuando fui a China, en un viaje con mi hijo mayor”, cuenta Malkin a la AFP en una entrevista en la entrada restaurada del magnífico edificio Art Deco.
“Fuimos a Hong Kong y Shanghai. Vi el paisaje de sus torres y cuando volví a Nueva York me dije que estábamos atrasados. No sólo el Empire State Building, sino todos los rascacielos de la ciudad”, agrega.
El cambio llevó un tiempo pero finalmente el año pasado se instalaron 1.200 nuevos proyectores LED con un resultado espectacular.
Desde entonces el Empire State ha vuelto a tener la iniciativa y su aguja cuenta con combinaciones de colores casi inagotables.
Los 500 antiguos proyectores fueron reemplazados por un muro de LEDs que iluminan la totalidad de la aguja de manera más intensa y económica, utilizando un 73% menos de electricidad, según Jeremy Day, el ingeniero de Philips Color Kinetics que instaló el sistema.
Antes de esta renovación, un equipo técnico debía subir todas las tardes al piso 72 a cambiar los filtros de las lámparas.
Ahora, un simple “clic” en el ratón del ordenador en la sala de computadoras en la parte baja del edificio basta para controlar los 1.200 nuevos proyectores.
“Cada luz puede ser manejada de manera individual. Podemos dar a cada una su propio color”, explica Day.
Gracias a este sistema, las luces parpadearon al ritmo de Alicia Keys durante el concierto inaugural de la nueva instalación en noviembre pasado.
La noche de la elección presidencial estadounidense, la aguja mostró los resultados en rojo y azul, colores respectivos de los republicanos y los demócratas.
Luego, los neoyorquinos fueron consultados para definir los siete colores estándar del Empire State. La respuesta aún no se dio a conocer.
Pero Malkin insiste en el hecho de que no quiere ir demasiado lejos y ceder a las tentaciones comerciales: “Esto no es una cartelera”, advierte.