La convocatoria a elecciones es posible en cualquier momento. El CNE está preparado, tiene listos los cronogramas para varios escenarios y el asunto de los recursos no es problema. Solo que el gobierno rojo mide sus pasos sobre cuándo le conviene hacer el llamado.
Los rojos ganan tiempo para sembrar a Maduro siempre y cuando la oposición permanezca inmóvil.
El madrugonazo electoral es una posibilidad al igual que una postergación.
La clave de la estrategia electoral del régimen es mantener paralizada a la oposición el mayor tiempo posible en ambos escenarios. Por eso viene un nuevo pote de humo con las primarias rojas para elegir candidatos a alcaldes y multiplicar la perplejidad opositora.
Entretanto, se cuenta y no se cree.
Exigimos que se cumpla la Constitución y Diosdado asuma la Presidencia conforme a lo establecido en ella hasta esperar la falta absoluta para convocar elecciones, los rojos nos acusan de “carroñeros”. Y Entramos en shock.
Anunciamos una marcha el 23 de enero, los rojos responden con una convocatoria para el mismo día y de inmediato comienza el recule. ¡Dios!
Se la ponemos fácil a los rojos, nos inhibimos de tocar el tema, decidir un candidato e iniciar un proceso de recorrido del país para motivar al electorado.
Hay miedo en la oposición a que nos acusen de andar “zamureando” o a que un imbécil nos llame “bellacos multicolores” si salimos detrás de lo que en su perversa opinión es una “ficción electoral”.
La oposición está apresada, aunque parece sentirse a gusto. Es el cuento de “Suéltame Gorila”. La modalidad criolla del síndrome de Estocolmo.
¡Veeerga! ¿Hasta cuándo? Hay que ponerse serios.