Países de Mercosur que se apresuraron a expulsar a Paraguay por la decisión política de su Parlamento, aplauden hoy la alteración del orden constitucional en Venezuela. De nada sirvió la solicitud de la MUD a la OEA y Mercosur de debatir sobre la falta temporal del presidente Chávez que debía ser cubierta por el presidente de la AN, “pues el Vicepresidente y ministros cesaron en sus funciones el 10-E”. El presidente colombiano dice que “confía en apoyo de Maduro en proceso de paz aun si Chávez no está”, obviando así la usurpación del cargo. Su cancillera Holguín se reunió este viernes con Elías Jaua, nombrado canciller por un decreto con “firma de Chávez, fechado en Caracas”. A una entrevista de Efe, Maduro eludió responder si la firma fue escaneada, “electrónica” o falsificada. El hombre del maletín de Antonini, ministro argentino de Vido, declaró eufórico en Caracas que “Venezuela es un ejemplo de democracia y continuidad administrativa”. EEUU, más discreto, espera que“problemas se resuelvan conforme a la Constitución”, a sabiendas de que, hasta ahora, se ha hecho todo lo contrario. MUD pedía que una comisión de la OEA visitase nuestro país, solicitud avalada por Canadá y rechazada por Insulza, el mismo de quien el embajador Chaderton dijera que el gobierno de Chávez le había apoyado financiera y políticamente en su reelección a la Secretaría General.
“Estamos solos” fue frase muy repetida en las redes sociales al ver la complicidad de la OEA en “la potencial violación de su Carta Democrática que supone la situación política de Venezuela”, según palabras del hoy exembajador Cochez. La política de la regaladera ha engrasado el apoyo a todas las iniquidades del régimen chavista y movilizado el olvido del papel determinante que, desde los años de Rómulo Betancourt, jugó Venezuela en la consolidación de la democracia en América Latina. Democracia denostada día y noche por los golpistas del 4-F que hoy son gobierno. Ese papel fue particularmente visible en Centroamérica. En el marco multilateral el grupo de Contadora -que luego daría origen al grupo de Río- el Acuerdo de San José y las iniciativas de cooperación en el Grupo de los 3 (hoy aniquilado por la “diplomacia” chavista) constituyen prueba de ese fundamental aporte de nuestro pasado democrático. En el plano bilateral nadie puede negar la contribución de Venezuela a la promoción de las formas pacíficas de solución de conflictos y a la consolidación de las democracias en los países del área. Otro tanto podríamos decir de los países de Cono Sur (y de Europa) desde donde miles de ciudadanos llegaron a nuestra tierra huyendo de atroces dictaduras y se encontraron con una nación cercana y solidaria en donde echar raíces. Sus hijos venezolanos hoy retornan a los países de origen de sus padres ante la realidad de una Venezuela arrasada, incapaz de garantizarles tan siquiera el derecho a la vida, a la libertad o a la propiedad. Y nadie dice nada. Los actuales gobiernos democráticos centroamericanos y del continente en general, deberían, por un mínimo de dignidad histórica, honrar esa contribución.
Pero la dignidad luce escasa ante el atractivo señuelo del petróleo barato o regalado y de los abundantes petrodólares asignados generosamente para ganar adhesiones internacionales, como la que acabamos de ver en el patético espectáculo de la OEA. Contra esa soledad externa: unidad y lucha pacífica interna. No nos queda otra.