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La persistencia del alto desempleo, las amargas batallas políticas y una divisiva campaña por la reelección han disipado la sensación de optimismo y esperanza que caracterizó a la toma de posesión de Obama en el 2009, después de una abrumadora victoria electoral.
Esta vez, la investidura de Obama tendrá menos público y habrá menos celebraciones, en sintonía con la percepción del momento.
Cuando Obama levante su mano derecha para jurar ante el presidente de la Corte Suprema de Justicia, John Roberts, fuera del Capitolio a las 11.55 a.m. hora del Este de Estados Unidos (1655 GMT), en realidad será la segunda vez que lo haga en 24 horas.
El domingo ya había jurado en privado en la Casa Blanca, debido al requisito constitucional de que el presidente tome posesión el 20 de enero.
En lugar de realizar la inauguración completa el domingo, los principales eventos públicos fueron programados para el lunes.
Obama volverá a tomar juramento y dar su discurso inaugural desde el Capitolio ante la enorme explanada conocida como National Mall, donde se prevé que habrá una multitud de hasta 700.000 personas.
Eso sería un total mucho menor que el récord de 1,8 millones de personas que se congregaron en Washington en el 2009 para la primera investidura del mandatario demócrata.
El eje de la ceremonia será el discurso inaugural, que Obama usará para plantear en líneas generales su visión para sus próximos cuatro años en la Casa Blanca, pero sin entrar en las políticas en particular.
El asesor David Plouffe dijo que Obama pedirá que ambos partidos se unan para resolver los grandes desafíos del segundo mandato como el presupuesto, la necesidad de subir el límite de la deuda de la nación y la iniciativa del demócrata para endurecer las leyes relacionadas con el uso de las armas, además de un camino legal para la ciudadanía a todos los inmigrantes ilegales.