Algunos de quienes participaron en el derrocamiento del general de Michelena, no perseguían instaurar un sistema democrático sino que apoyaban otras facciones militares. Venezuela tenía una historia demasiado cercana de dictadores y caudillos. La cuenta actual es que de 45 Presidentes, sólo 17 han sido civiles, lo cual habla de la vocación militarista del poder en Venezuela, totalmente reñida con la civilidad de la democracia.
Muchos hablan de la era perezjimenista como si se tratase de un largo período. La verdad es que el teniente coronel Pérez Jiménez formó parte de una Junta de Gobierno que sucedió al derrocado Rómulo Gallegos en 1948. Esa Junta estaba presidida por el Coronel Carlos Delgado Chalbaud, quien fue asesinado en 1950. A raíz de esta violenta muerte, Pérez Jiménez pasa a presidir la Junta hasta que en 1952 se enfrenta en unas elecciones, sospechosas de fraude, a Jóvito Villalba, y le proclaman Presidente. Desde ese momento fue el dueño absoluto del poder, pero su permanencia fue realmente de 6 años.
Cuando le correspondía entregar la Presidencia, Pérez Jiménez inventó un plebiscito que no figuraba para nada en la Constitución, según el cual con un SÍ o un NO el pueblo debía decir si quería que siguiera gobernando. Más fraudulento que nunca, el sorprendente resultado de ese referendo celebrado el 15 de diciembre de 1957, dio al Sí un arrase con 2.374.790 votos, mientras el No apenas lograba 364.182 sufragios.
Tras una década de lucha clandestina, cárcel y exilio, la oposición venezolana organizada en partidos que venían formándose desde 1920, logró conformar un bloque unido frente a la dictadura, trabajando juntos para derrocar al tirano. Allí estaban el partido Comunista, Acción Democrática, URD y Copei, todos ilegalizados pero con líderes, mártires y propuestas ideológicas.
El país adormecido con la paz forzada por la bota militar, disfrutaba de carnavales, desfiles y una avanzada constructora nunca vista en el país. Si no participaban en política, los ciudadanos tenían asegurada una vida tranquila y con posibilidades económicas. El país fluía en silencio, pero la procesión iba por dentro. La solidaridad con los perseguidos, la hospitalidad de las conchas, la pasión por la conspiración recorría barrios y urbanizaciones. El plebiscito impacientó a los venezolanos, que sabían del fraude en los resultados.
Mientras tanto, el gobierno estaba ahogado en deudas por las obras monumentales que había emprendido y como las malas amas de casa, echaba la basura debajo de la alfombra. Es decir, tapaba la miseria para que nadie la viera.
Los militares sentían que la resistencia ganaba cada día más adeptos y muchos de ellos se pasaron de filas, pensando más en la sucesión en el poder que en abrirse a un régimen democrático, cosa que solo discutía una dirigencia política de gran formación ideológica encabezada por Gustavo Machado, Pompeyo Márquez, Rómulo Betancourt, Rafael Caldera, Enrique Aristeguieta Blanco, Jóvito Villalba, Raúl Leoni y muchos más que estaban en la clandestinidad, la cárcel o el exilio.
Poco antes de concretarse la caída del dictador, los exilados Betancourt, Caldera y Villalba, se reúnen en Nueva York y hacen un acuerdo de unidad para lograr la sostenibilidad de un gobierno democrático a futuro. Ese acuerdo se hace efectivo después de un convulsionado año 1958. Hay que recordar que la dictadura de Pérez Jiménez es sustituida por una junta cívico-militar presidida por el Contraalmirante Wolfgang Larrazábal, la cual afrontó ese año dos intentos de golpe de estado: el primero llevado a cabo por Jesús María Castro León (Ministro de Defensa de la Junta de Gobierno), el 23 de julio de 1958. El segundo, liderado por los oficiales José Ely Mendoza y Juan de Dios Moncada Vidal, el 7 de septiembre de 1958, el cual buscaba impedir la realización de las elecciones a fines de ese año.
El peligro de enfrentar nuevamente una dictadura militar hacia más valido que nunca el acuerdo de unidad sellado en Nueva York. Es así como el 31 de octubre de 1958, se firmó en la Quinta “Punto Fijo”, residencia de Rafael Caldera, un acuerdo entre AD, Copei y URD. El Partido Comunista fue excluido por diferencias con Rómulo Betancourt debido a la posición incierta sobre las vías de instaurar una democracia. La posterior actividad subversiva y violenta de los miembros de este partido y sus similares avaló la decisión de la exclusión.
Así nació el Pacto de Punto Fijo, cuyo objetivo era la sostenibilidad de la democracia recién nacida, mediante la participación equitativa de todos en un gobierno de unidad nacional. Los firmantes del pacto fueron Rómulo Betancourt, Raúl Leoni y Gonzalo Barrios (AD), Jóvito Villalba, Ignacio Luis Arcaya y Manuel López Rivas (URD) y Rafael Caldera, Pedro del Corral y Lorenzo Fernández (Copei). El ganador de las elecciones de 1958 fue Rómulo Betancourt.
El Pacto de Punto Fijo tuvo una declaración de principios y hasta un programa mínimo de gobierno que fue suscrito por todos los candidatos: por AD, Rómulo Betancourt; por Copei, Rafael Caldera; y por URD y el Partido Comunista, Wolfgang Larrazábal.
Los firmantes se comprometieron a actuar solidariamente en estos tres aspectos: 1) defensa de la constitucionalidad y respeto a los resultados electorales. 2) formación de un gobierno de coalición, con igual cuota de participación.3) ejecutar un programa de gobierno común.
El Pacto de Punto Fijo permitió que se realizasen elecciones y se respetara el resultado, así como sostuvo los primeros y frágiles años de la democracia, aunque URD se retiró del Pacto en 1962, por desacuerdos en la política exterior del gobierno de Betancourt.
Este Pacto funcionó para regular las reglas de juego en un tablero político complejo e inestable pero que se resolvió entre venezolanos, sin injerencia de gobiernos extranjeros y preservando la independencia del país. Un pacto mucho más honorable que el sospechoso acuerdo de La Habana, con participación de un gobierno extranjero, sellado en territorio extranjero y afectando la democracia y los intereses del país.
Lamentablemente, lo que fue un acuerdo por demás democrático, de paz y unidad, ha sido satanizado por los resultados ulteriores de 40 años de bipartidismo, que sin duda deben sus errores, no al Pacto de Punto Fijo sino al alejamiento de principios como la honestidad administrativa, la justicia y el equitativo reparto de las riquezas, principios que hoy, a 55 años de aquel 23 de enero que abrió las puertas a la democracia, aún no se cumplen.
Aquí entre nos
*El entrenamiento ideológico socialista en las empresas del Estado sigue adelante descaradamente, obligando a la incondicionalidad a funcionarios, que son empleados del Estado y no del partido político de gobierno. En Ferrominera del Orinoco, una empresa como casi todas las de Guayana con números de productividad y rentabilidad negativos, acaban de anunciar como si fuera un honor, la culminación del taller de “Formación para Promotores Sociales”, que según la nota de prensa, busca “conformar la red sociopolítica del poder comunal”. En la actividad participaron representantes de la Juventud del Psuv, Frente Francisco de Miranda, Misión Sucre, jefes de departamentos y trabajadores de la empresa.En el palabrerío incoherente y rimbombante de la información de prensa, también se anuncia la finalización de la primera fase del seminario internacional “Socialismos Pluriversales(¿?) del Sur” dirigido al “tren gerencial y nivel supervisorio” (sic), cuyo objetivo es disertar sobre el socialismo tras revisar las experiencias pasadas y profundizar acciones que consoliden su éxito. El Presidente de Ferrominera, Radwan Sabbagh, instó a emular las acciones del presidente Chávez, “todos debemos ser como el líder de este proceso en sentimientos y moral, y seguir su ejemplo para que el socialismo se implante en Venezuela”. Tal vez Ferrominera sería una empresa exitosa, como es su obligación, si dictase cursos de especialización, productividad y control. La empresa fue allanada en noviembre de 2012 por el DIM (Dirección de Inteligencia Militar), órgano que investiga la salida irregular de gandolas cargadas de la materia prima, desde la sede operativa de la estatal del hierro hasta puertos donde embarcan el mineral hacia el exterior. Hasta el momento no se sabe nada de esta investigación por corrupción, pero la ideologización sí va viento en popa.
*Venezuela tiene un atraso de tres décadas en ampliación de sus vías nacionales y un deficiente mantenimiento de las mismas en los últimos 14 años. Esto ocasiona situaciones extremas que afectan a los ciudadanos que viajan por la red vial: cifra mortal de accidentes de tránsito, retrasos constantes con colas kilométricas, inseguridad personal. Una de las formas de ayudar a la situación era la imposición de horarios para la circulación de la carga pesada, a la cual se le restringía el paso sobre todo por las autopistas a horas y días de mayor tránsito. Los continuos accidentes de gandolas, que obstaculizan el paso y ponen en riesgo la vida de los viajantes, generando colas interminables casi a diario, es la mejor prueba de que la carga pesada debe tener un control y un horario que salvaguarde a los vehículos de pasajeros y alivie el feroz tráfico. Pero el populismo vence cualquier razonamiento y nada importa la vida, el tiempo ni la seguridad de los venezolanos. Esta semana se emitirá una resolución que elimina todos los parámetros de restricción para el transporte de carga, según informó el vicepresidente para el Área Económica-Productiva, Ricardo Menéndez, quien también anuncio que el gobierno compraría más unidades de transporte, para las misiones Mercal y Vivienda. Solo las bebidas alcohólicas tendrán restricción de circulación. Pronto veremos el nefasto resultado de esta acción, que como todas las que se toman con fines politiqueros, no cuentan con ningún estudio de impacto que las oriente.
* El Índice Mundial de Prosperidad 2012 (http://www.prosperity.com/2012Findings.aspx), da a Venezuela el lugar 80 entre 142 países. Y el número 15 entre 22 países centro y suramericanos. A la zaga, detrás de Venezuela están en este orden: República Dominicana, El Salvador, Nicaragua, Bolivia, Honduras, Guatemala y Haití. Así que esta ???potencia energética”, con el mayor salario mínimo de Latinoamérica -según la propaganda oficial-, con una revolución que según el INE ha reducido a 6 % la pobreza crítica, con las mayores reservas petroleras del mundo, está muy atrás en prosperidad de, por ejemplo, una pequeña isla como Jamaica. El primer lugar de prosperidad latinoamericana lo ocupa Uruguay, seguido por Chile, Costa Rica, Argentina, Panamá, Brasil, Trinidad y Tobago, México, Jamaica, Belize, Paraguay, Colombia, Perú y Ecuador. Por supuesto, que Cuba con su empobrecedor comunismo ni siquiera es medido en ningún ranking de prosperidad y los vividores del Alba ocupan casillas detrás de Venezuela. Sencillamente vergonzoso.
Hasta el próximo miércoles
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