Ghada y Yosef se conocieron hace siete meses consultando una página opositora siria en Facebook y celebraron sus bodas ante un comandante yihadista de Alepo, una ciudad tomada en gran parte por los rebeldes, donde ya ningún juzgado funciona.
“Fue una ceremonia muy rápida, firmamos un papel, nos intercambiamos los anillos… Y ya estábamos casados. El ‘Emir’ estaba muy ocupado para andarse recitando versos del Corán”, cuenta Yosef, sonriente, mientras mira a Ghada, quien también le sonríe.
El casamiento de este licenciado en marketing, excombatiente en el Ejército Sirio Libre (ESL), y actualmente “fixer” (guía, asistente e intérprete) de periodistas extranjeros, de 33 años de edad, es vivido como un momento de descanso en el barrio de Sukari, un distrito de Alepo (norte de Siria).
Para festejar, los rebeldes que luchan contra el régimen de Bashar al Asad disparan al aire con sus fusiles de asalto kalashnikov.
“¡Mabruk! ¡Mabruk!” (Felicidades, en árabe), clama un vecino acercándose a la joven pareja. “Qué Alá os colme con muchos hijos”, dice, mientras besa y abraza al novio. Todos los vecinos están en la calle o mirando por los balcones.
“Tenemos que seguir con nuestra vida, no podemos vivir al compás de la guerra. No sé cuándo terminará todo esto; puede que en unos meses, puede que en cinco años o puede que en diez”, dice Yosef.
Ningún familiar de Ghada pudo venir a la boda porque todos viven del otro lado de la línea de frente.
El compromiso de Yosef con los rebeldes le había valido en un inicio la enemistad de su suegro. “Mi padre siempre ha sido partidario de Asad y al principio tenía que ocultar que Yosef había combatido con el ESL; así que le decía que trabajaba con periodistas extranjeros… Hasta que vio una foto suya con el uniforme militar”, recuerda Ghada.
Luego “invité a mis suegros a que cruzaran a este lado para que vieran que los rebeldes no eran unos terroristas (…). Y aquí se dieron cuenta de que en esta zona se vive mucho mejor que en el otro lado, a pesar de los bombardeos”, asegura Yosef.
Ghada y Yosef, como cabe esperar en el contexto en el que viven, se conocieron de una forma poco ortodoxa. “A través de un grupo de Facebook donde se hablaba de la revolución”, recuerda esta especialista de filología inglesa.
Luego les resultó difícil verse, en medio del conflicto.
“En estos siete meses, solo hemos podido encontrarnos cuatro veces (…) Ella vive en la zona del régimen y yo no puedo cruzar porque me detendrían y matarían por haber luchado con los rebeldes; y para ella no es seguro cruzar a este lado, así que hablábamos por teléfono y por internet”, cuenta Yosef.
A ambos les gustaría tener un par de hijos, “para que puedan ir a luchar o para que puedan ayudar a reconstruir este país”, comenta el novio.
“Lo que más deseo es que la guerra termine cuento antes y poder empezar una vida, pero de verdad; junto a mi marido y a mis futuros hijos”, afirma la novia.
“No me gustaría irme de mi país por culpa de la guerra (…) El día que tenga hijos, sopesaré esa posibilidad, pero ahora mismo me quiero quedar (…) Espero que la guerra termine antes de ser padre”, dice Yosef.
“El objetivo es construir un nuevo país en el que mis hijos puedan vivir felices”, agrega.
AFP