El control de cambio cumple 10 años de haber sido impuesto, la crisis política del 2002-2003 produjo las naturales corridas de capitales disparados por el riesgo político exacerbado en esos meses. La crisis emergía de los riesgos que sobre la democracia y la economía traería el cambio de las reglas de juego, en lo económico y en lo político, la constituyente trajo la demolición de los poderes públicos y con ello la crisis de gobernabilidad.
La violencia del discurso político acompañada con la violencia de calle, crispó las condiciones políticas. La nueva constitución, se convirtió en un suceso político de caída y mesa limpia, servido ingenuamente por la mal recordada CSJ que viniendo del juicio antihistórico a CAP, le otorgó al presidente Chávez, la guadaña para liquidar las instituciones, los poderes públicos y las bases de la alternabilidad democrática, con una Asamblea Nacional Constituyente Originaria, como no la hubo el 5 de julio del 1811.
El control de cambio se estableció como un mecanismo de control político. La reacción del gobierno para resolver un problema político, creado por el mismo, fue la de eliminar la convertibilidad del bolívar, por intermedio de un control definido como control político. Efectivamente el presidente Chávez afirmaría a finales de enero 2003 que el control de cambio era un instrumento político, algo sin precedentes en la historia económica de cualquier país civilizado.
En esas condiciones de control político, el mercado del dólar se organizó como monopolio del gobierno; la compra de dólares por parte del sector privado e individuos pasó a ser administrada con férreo racionamiento bajo incentivos políticos. Así, el gobierno restringe y limita a través de volúmenes y precios el ritmo de actividad económica de la economía privada, bajo el subyacente ideológico de acabar con el capitalismo.
La corrupción y a las perversiones de un sistema administrativo para asignar recursos constituyen la cosecha de ese monopolio, ambos fenómenos, son grandes restricciones al crecimiento, y en general sobre la capacidad de crear riqueza de la economía cuando el monopolio del gobierno sobre el dólar, impedía a los privados cubrir la demanda natural que genera sus propias economías.
La expansión de la actividad económica solo vendría como respuesta al gasto público y el reparto de la renta del petróleo, y durar hasta cuando fuese esa renta diluida y esterilizada al exterior vía balanza de pagos, importaciones y por proliferación de los fondos soberanos, que terminaron como desaguaderos del ingreso petrolero, para adquirir armas y comprar masivamente apoyo político internacional al proceso político en curso a una vasta clientela política que incluye presidentes, ministros, empresarios de los países que en esas condiciones depredan la economía venezolana.
A los 10 años de control de cambio, además de las perversiones y distorsiones, corrupción, escasez, inflación y descapitalización de la economía privada, queda una inflación acumulada superior al 300%, devaluación del bolívar de 1,6 Bs/$ a una tasa oficial que promedia 5,3 Bs/$, a 3 veces (300%) en medio de un control de cambio y precios; algo realmente inaudito.
Más allá de la devaluación oficial el gobierno prohibió hablar de la existencia de otros precios por el dólar que emergen del natural arbitraje que inducen el racionamiento y la escasez del dólar, lo cual, desde luego, no impidió que esos mercados impactaran con fuerza los precios por encarecimiento del dólar en los mercados no oficiales. En el mercado quedaba la impresión que desde el gobierno se estimulan esos mercados alternativos.
Así, habiéndose extinguido el causal aparente que trajo el control, el gobierno mantiene el estricto control político sobre el dólar; postrando con ello el crecimiento de la economía privada, que como sabemos, más de la mitad de insumos, materias primas, bienes de consumo intermedio componen las importaciones del sector privado. Este, fue convertido en un bazar que importa todo y cliente del Estado/gobierno importador; miles de empresas productivas han sido cerradas, ese parque industrial y artesanal no puede competir con chinos, argentinos brasileños, en condiciones de una moneda sobre valorada por razones políticas, con régimen cambiario que le raciona la divisa necesaria para importar. Las importaciones -en medio de esa agenda de disminuir artificialmente la capacidad de competir de la producción nacional- crecían inclusive, en periodos de contracción de la economía.
La sobrevaluación del bolívar se convirtió así en una herramienta política para descapitalizar el sector privado nacional. El control de cambio mostraba así un curioso teatro del absurdo: nada más barato en Venezuela que un dólar en Cadivi, pero ¡nada más escaso que un dólar!
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@AlexGuerreroE
Economista PhD (London)