Literalmente, el país se está cayendo a pedazos. Las carreteras destrozadas, la delincuencia se ha desbordado a niveles tales que cada vez que observo a un policía nacional tengo la sensación de que ese muchacho puede caer en cualquier momento en manos del hampa, lo cual deja al ciudadano común en una situación de absoluta indefensión. Las cárceles, convertidas en universidades de la perversión, son una fuente de corrupción e inseguridad tan grande que se ha demostrado que desde esos recintos, supuestamente bajo el control del Estado, se planifican asesinatos, secuestros y se maneja el negocio de la droga en el país. Venezuela se encuentra al borde una crisis económica, producto del colapso del esquema de controles y del estatismo irracional a lo que hay que añadir que la presencia ausente del presidente mantiene las principales decisiones paralizadas. En medios de este caos al ex vicepresidente de UNT, Diputado Willian Ojeda, no se le ocurre mejor idea que salir airosamente en defensa de la Ministra que estuvo a punto de quitarle la inmunidad parlamentaria por su actuación en el Rodeo.
La masacre de Uribana ocurre en un contexto de profunda descomposición social e institucional. El caos de los motorizados, que parecen no aceptar leyes, los colectivos armados que mantienen parroquias enteras secuestradas, como por ejemplo el 23 de enero, las protestas cotidianas exigiendo al gobierno desde seguridad hasta las casas prometidas, y supuestamente construidas, y la irregularidad en el abastecimiento de productos de higiene y de la canasta básica nos colocan a los venezolanos en una especie de situación de guerra, alimentada a diario por el discurso oficialista, especialista en tapar con arengas violentas su ineficiencia crónica.
Mención especial merece el nuevo jefe de Ojeda, Diosdado Cabello, quien intenta vender la imagen de una especie de “vengador revolucionario”, transformando la Asamblea Nacional en un fortín donde cada vez que hay sesión, los diputados que se oponen al gobierno son tratados como enemigos que se encuentran en un territorio ocupado. Dicen que anda rodeado de guardaespaldas caribeños armados en el recinto parlamentario, donde constitucionalmente se materializa la representación del pueblo y que para llegar a las oficinas de la presidencia hay que atravesar un sinnúmero de alcabalas, cámaras de seguridad y requisas.
Hay un contraste muy marcado entre los rezos y el carácter cuasi religioso que los herederos quieren dar al chavismo sin Chávez con la apología a la violencia y la amenaza permanente de una guerra civil, a menos que la religión promovida por el chavismo sin Chávez esté anclada en el culto a la muerte y el exterminio del adversario al mejor estilo del partido nacionalsocialista alemán liderado por Hitler.
Las luchas democráticas demandarán de nosotros tiempos de sacrificio y entrega que no están exentos de riesgo, aún cuando creo que la actitud amenazante de los herederos en más una demostración de cobardía que de arrojo revolucionario. La historia venezolana está llena de personajes jabonosos como Ojeda o Escarrá y de supuestos valientes como Maduro y Cabello que gritan para no oír sus temores internos. Es indispensable exigir la renuncia del la Ministra Varela porque sus errores se pagan en vidas humanas y proponer soluciones al problema carcelario que definitivamente pasan por la descentralización de los recintos y la incorporación de las mejores prácticas mundiales en el manejo del tema sin dejarse atrapar por las gríngolas ideológicas.
Carlos Valero
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