El futbolista sueco Zlatan Ibrahimovic aseguró hoy que se considera una persona “normal” pero reconoció que le gusta proyectar hacia el exterior una imagen de “bad boy (chico malo).
“No soy un ‘bad boy’ (chico malo). Soy normal. Los demás piensan que soy un ‘bad boy’. Me gusta. Me gusta tener esta imagen. Prefiero eso a ser perfecto. Para mí, nadie es perfecto”, declaró el delantero del París Saint-Germain en una entrevista con la emisora “Europe 1”.
El futbolista, que se citó con los medios con motivo de la publicación en Francia de su autobiografía, repasó algunos de los capítulos del libro, que se editó por primera vez en 2011 y que en Suecia ha vendido más de 700.000 ejemplares.
El delantero aseguró que se siente cómodo con el camino vital que ha recorrido, lleno de encontronazos, y puso como ejemplo contrario a deportistas de élite como el golfista estadounidense Tigger Woods o su compatriota y ciclista Lance Armstrong, a los que se consideraba perfectos hasta que salieron a la luz sus escándalos sexuales y de dopaje, respectivamente.
“Hago lo que quiero y lo que pienso. Sea justo o no, es mi forma de vida. Cuando eliges tu camino, cometes errores. Nadie es perfecto”, insistió el exariete del Ajax de Amsterdam, el Inter de Milán, del AC Milán, y del FC Barcelona, quien subrayó que no le importa lo que digan los demás.
La estrella del PSG recordó algunas de sus historias de adolescencia en el barrio de Malmo en el que se crió y en el que “violar la ley” era una forma de diversión.
“Robé muchas bicicletas. También robábamos coches. Era como vivíamos. Hacíamos esas cosas por la adrenalina, la motivación. Vengo de Rosengård. En Suecia se considera un gueto, pero para mí era un paraíso. Crecí allí y tenía muchos amigos”, dijo.
El delantero se prodigó poco sobre su andadura futbolística en París, más allá de señalar que “el equipo está creciendo” y que hay tanto “grandes proyectos en curso” como “mucha presión para ganar”.
Pero no tuvo inconveniente en abundar en capítulos de su infancia, con una madre divorciada, un padre afectado por la guerra en Bosnia y alcohólico, un frigorífico vacío…
“No tenía hambre. Tenía mucha hambre”, señaló el internacional sueco, quien reconoció que lo único que le pidió a su esposa es que la nevera siempre estuviera llena para sus hijos.
“Mi vida también es hermosa. Estoy en una posición en la que muchos querrían estar, pero a fuerza de mucho trabajo”, declaró el futbolista. EFE