La mirada apagada por los medicamentos se enciende al ritmo de la percusión: unos 20 pacientes de los servicios de psiquiatría de Rio de Janeiro se entrenan para su desfile de carnaval.
En círculo, bajo la batuta del “Maestro Folia”, comienzan a tocar sus instrumentos. Al pitazo del silbato se detienen. A una señal, recomienzan. Algunos marcan el ritmo con el pie.
“Aquí entramos en otro mundo, en el mundo del ritmo, que es el mundo de la felicidad”, confía Wagner, un psicótico y drogadicto de 29 años, la boca pastosa.
Wagner está internado desde hace un año en el Instituto de Psiquiatría de la Universidad Federal de Rio (IPUB/UFRJ) cuyo “bloco” (grupo carnavalesco) desfilará el domingo por las calles, días antes del carnaval oficial que comienza el jueves 7, junto a los habitantes del barrio.
“Cuando están bajo el efecto de medicamentos potentes, están más lentos. Es el caso hoy. Tengo que llamarles la atención sin cesar”, dice el “Maestro Folia” Luiz Claudio Monteiro, el profesor de percusión que dirige el grupo.
“Enloqueciste”
Este “bloco” (grupo de percusión, batucada) lleva el nombre de “Ta pirando, pirado, pirou!” (literalmente: “Te estás volviendo loco, estás loco, enloqueciste”). Creado por los enfermos mentales, sus familias y voluntarios, busca tornarlos más autónomos e integrarlos socialmente, explica a la AFP la músico-terapeuta Pollyanna Ferrari.
“El carnaval es el momento más propicio para la integración. Todo está permitido. Aprovechamos para llamar la atención sobre la importancia de evitar confinarlos en asilos”, agrega.
El ensayo es interrumpido por los gritos de Jana, 22 años, en pijama, las manos temblorosas: “¡Déjenme tranquila! ¡Déjenme!”.
Es la hora de su almuerzo. Pero quiere continuar tocando su enorme tambor con el resto del grupo.
Son los pacientes -algunos internados, otros no- quienes han escogido la samba para el desfile, cuya letra reclama un “tratamiento digno”. “Sólo necesitamos atención y amor y lanzamos un llamado a las autoridades de este país: ¡no nos olviden!”, dice la canción.
“Me fumé mi casa”
Gilson Secundino, de unos 60 años, fundó el “bloco” hace nueve años. Con humor, explica que “hay que vivir la fiesta con quienes se convierten en locos durante la ‘gran locura’ (gran folia)”, el apodo brasileño del carnaval.
“Para nosotros, que estamos contra la internación, cuando el paciente participa en esta especie de taller garantiza su ciudadanía. Encerrado, no tiene alternativa. La mayoría son esquizofrénicos o padecen psicosis desarrolladas a partir de las drogas”, explica Abmael Alves, terapeuta del IPUB.
Ana Claudia, participante del programa de asistencia a las drogas, frecuenta el atelier de percusión desde hace tres años. “Adoro el carnaval, la samba. Mi padre era percusionista, ¡lo llevo en la sangre!”, dice esta mujer de 40 años que vivió cuatro de ellos en la calle.
“Me fumé mi casa”, cuenta, resumiendo su historia. Vendió su casa y gastó todo el dinero en “marihuana, crack, todo”. “No tengo hijos, soy homosexual. Estoy un poco triste desde hace un mes, quiero una vida mejor; vivo de la venta de galletitas en autobuses”.
“No soy un loco profesional”, explica el fundador del “bloco”. “Soy profesor de filosofía. El ‘bloco’ quiere luchar contra los estigmas. No somos nosotros que forzamos la exclusión, viene de afuera. ¿Estamos locos todo el tiempo? Hay mucha gente mucho más loca que nosotros. Necesitamos solidaridad y respeto”, declara, antes de volver a agitar su pequeña pandereta.
Este “bloco” reunirá el domingo a más de 1.500 personas en las calles de Rio. El 18 de mayo desfilará nuevamente por el Día nacional de lucha contra el confinamiento en asilos. AFP
Fotos AFP