La monja mexicana Anastasia Guadalupe García Zavala, conocida como “madre Lupita”, y la religiosa colombiana Laura de Jesús Montoya y Upegui serán proclamadas santas el próximo 12 de mayo.
Así lo anunció hoy el papa Benedicto XVI durante la celebración de un consistorio en la Ciudad del Vaticano, en el que de modo inesperado informó de que renunciará al Pontificado el próximo 28 de febrero, tras lo que habrá de celebrarse un cónclave para elegir a su sucesor.
Junto a “madre Lupita” y Laura Montoya se canonizarán ese domingo de mayo al italiano Antonio Primaldo y 800 compañeros que fueron asesinados por los turcos el 13 de agosto de 1480 en la ciudad sureña italiana de Otranto caída en manos de los otomanos, al negarse a abjurar la fe cristiana y convertirse.
Laura de Jesús Montoya y Upegui (Jericó, 1874-Belencito-Medellín, 1949), una maestra de escuela, defensora de los indígenas, escritora y mística, es la fundadora de la Congregación de las Hermanas Misioneras de la Beata Virgen María Inmaculada y de Santa Catalina de Siena y será la primera santa colombiana.
El milagro que la llevará a los altares se verificó en la persona de un médico de Antioquia que padecía un mal incurable y sanó de manera inexplicable para la ciencia tras encomendarse a la inminente santa.
Por su parte, la mexicana Anastasia Guadalupe García Zavala (Zapopán, 1878-Guadalajara, 1963), que tomó el nombre de María Guadalupe, es la cofundadora de las Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres.
Conocida como la “madre Lupita”, vivió los duros años del anticlericalismo mexicano del siglo pasado, lo que le dio fuerzas para enseñar el Evangelio y dedicar su vida al cuidado de los enfermos y, arriesgando su vida y la de sus compañeras, escondió en el hospital que regentaba a algunos sacerdotes.
La Madre Lupita murió con fama de santidad el 24 de junio de 1963, después de fundar once casas de la congregación en territorio mexicano (actualmente las Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres tienen 22 repartidas por México, Perú, Islandia, Grecia e Italia).
El milagro por su intercesión que la lleva a los altares se produjo en la persona del mexicano Abraham Arceo Higaresa, que padecía una pancreatitis en una de sus formas más grave y sanó de manera inexplicable para la ciencia.
Abraham Arceo estaba hospitalizado en un centro de la congregación y rezó a la Madre Lupita pidiendo que le ayudara. El hombre cuenta que percibió un aroma en la habitación y sintió un alivio físico. EFE