Se ha discutido mucho sobre la ausencia de Chávez. Unos por los sentimientos que lo unen a quien ha sido su líder; otros porque su eclipse ha creado una situación de ruptura constitucional; y no falta quien diga -desde ambos lados del espectro político- que no era así, con la malignidad de células locas, como debía derrotarse a Chávez. Él y quienes contra él luchan merecían otro tipo de derrota.
A estas alturas sólo hay una certeza: quien ha gobernado Venezuela despóticamente por 14 años no volverá a ejercer la Presidencia; dure lo que dure, Chávez más nunca puede ejercer el poder. Esta realidad ha llevado a muchos, chavistas o no, a plantear que la normalización institucional pasa por la renuncia formal del Presidente a su cargo para comenzar otro camino.
Sin embargo, la explicable concentración de las miradas en los correos habaneros ha dejado de lado el hecho central: Chávez ya no está; ya no es el problema ni la solución; es un capítulo cerrado con los sentimientos que cada cual enarbole. Ni siquiera las fotos resuelven la cuestión. El problema hoy es la usurpación que hace Madurodel poder; él es quien debe renunciar a ese vaivén en que es a ratos Vicepresidente, a ratos Presidente; nunca Comandante en Jefe de la FAN y siemprecomisario político del PSUV.
Maduro no tiene la capacidad constitucional ni institucional para ejercer la suplencia de Chávez que, por otra parte la ejerce con violación de las normas y de las recomendaciones, sugerencias, prescripciones u órdenes del doliente de La Habana. Y como se aprecia, no tiene capacidad administrativa ni lo respetan los que eran subalternos de aquél.
ENREDADO EN SU MARAÑA. Chávez violó todo lo violable en materia constitucional. Lo pudo hacer porque tenía como fuente alterna de poder su indudable apoyo popular, fluctuante, pero elevado y sin precedentes después de 14 años. Esa fuerza le permitió saltarse la legalidad y especialmente imponerle similar conducta a jueces, fiscales, magistrados, generales, y sin que sean las últimas de la escala, a las Luisas.
Los suplentes de Chávez, Maduro el primero, carecen de la legitimidad y de la fuerza social para imponerse,por lo cual están hundidos en un tremedal del cual no pueden salir: cada vez que sacan una extremidad el peso se concentra en la otra para hundirse más. Véase el desastre de las medidas económicas. Ahora todos mandan y, por supuesto, ninguno lo hace. Unos querían mayor devaluación -12 a 14 bolívares-, apertura de la bolsa pública para negociar bonos en sustitución del Sitme, negociaciones con el sector privado para promover la inversión, flexibilización del control de precios dada la escasez de oferta que ha provocado, incremento del precio de la gasolina, entre otras medidas; sin embargo, el jefe del terror en el área económico-financiera, esta especie de Robespierredesmañado que es Jorge Giordani, entre amenazas de renuncias y lloriqueos, impuso su criterio; durará poco, pero por ahora causará mucho más daño. Recuérdese que para imponer sus puntos de vista sobre cómo debería manejarse el tema cambiario mantuvo en prisión por dos años y medio a los directivos de las casas de bolsa por hacer lo que estaba legalmente permitido.
Maduro, Cabello o Ramírez, miembros de la Junta de Gobierno en funciones, ni juntos ni separados tienen fuerza para inclinar la balanza hacia Nelson Merentes o hacia Jorge Giordani, mientras cada uno de los nombrados tiene derecho a veto sobre los demás. Lo que producen es una aceleración entrópica que los devora. Quien quiere alzarse con el cargo presidencial le serrucha las extremidades a sus competidores con las armas de la política menor -destituye, nombra, conspira- pero no tiene ni programa ni políticas. Puede tenerlas en el futuro si su proyecto madura, pero no hoy cuando la crisis le roe los talones.
Ya el problema no es Chávez sino Maduro. Obsérvese cómo obligaron a Diosdado Cabello en el show de las acusaciones contra los diputados; lo convirtieron en el fiscal acusador y lo que obtuvo a cambio fue colocar en el primer planolos casos de los que ha sido acusado. Esa maniobra contra los diputados denunciados fue en los hechos, contra Cabello, como ha dicho Nelson Bocaranda. Por otra parte, nadie en la FAN le hace caso a quien se tiene como carente de legitimidad constitucional; por eso la insistencia de los mandos militares en ver, con esos ojos vidriosos, opacos, legañosos y marciales que se han de comer los gusanos, a su Comandante en Jefe.
Ni qué decir que lo que ocurre en la AN es parte de la crisis. Ahora el Poder Ejecutivo se ejerce conjuntamente desde allí. Cabello compró la tesis de sus enemigos internos de acusar a la oposición y salió trasquilado. Ahora se prepara para la revancha, para imponer políticas, sobre todo a partir del momento en que la devaluación se le ha devuelto como una cachetada a Maduro, a quien no le fue claramente explicado el conjunto de interrelaciones que rigen las políticas cambiaria, monetaria y fiscal. Un consejo gratuito, que nadie ha solicitado, sería el de incorporar a algunos que supieran de economía al menos en esta etapa en la que la sargentería está alzada y sin que la larga mano cubana pueda hacer mucho para microgerenciar el desastre.
HAY UN CAMINO, AUNQUE CULEBRERO. Una gran preocupación del alto chavismo es la inconstitucionalidad de la forma en la que ha continuado el régimen; sobre todo cuando no había necesidad de meter la pata de forma tan obscena.
Si hubiese la ocasión de que la sensatez visitara a quienes mangonean el teatro, nada sería más indicado que el apartamiento de Maduro de un cargo que ocupa sin legitimidad. La maniobra que está prevista con la “renuncia” de Chávez, la declaración de falta absoluta, la designación de Maduro como candidato, y alguien que rellene el cargo durante un mes, era una solución pero ya no lo es. ¿Por qué? Porque Maduro ha violado descaradamente la Constitución -su Constitución-, porque ya ha demostrado que no puede dirigir la FAN, porque ya ha exhibido que carece deauctoritas sobre sus pares ministros, porque ha demostrado que no consulta y si le consultan no sabe sobre medidas como este desastre reciente de la devaluación. Es decir, se quemó políticamente en poco más de un mes de ejercicio de un cargo nebuloso que flotaba entre la Presidencia y la Vicepresidencia.
El país necesita un nuevo arreglo institucional capaz de sacarlo del atolladero. El chavismo solo no puede. Lo indicado sería un entendimiento nacional que permita que esta fase de la transición, si no puede ser suave, sea al menos controlable. Piensa en esto Nicolás; es que se te nota que no puedes.
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