La foto del presidente Chávez con sus hijas fue enviada como fe de vida desde La Habana para bajar la presión de los militares que desconocían si su comandante en jefe estaba vivo o muerto, y con el propósito de disuadir a los estudiantes encadenados frente a la Embajada de Cuba; pero sólo sirvió para calmar la ansiedad del pueblo chavista, exacerbar el culto por el líder, y no convenció de modo alguno a sectores en la Fuerza Armada que se niegan a ser apéndices del PSUV, ni a los democráticos, donde se dieron todo tipo de interpretaciones.
La foto no despejó dudas sobre su salud, reveló a un paciente afligido que ya no se pertenece, con la mirada ida y la sonrisa forzada, más bien con una mueca de pesar y con un rubor exagerado por el maquillaje, que lo mostraron como un muñeco de ventrílocuo. Constituye un engaño que alguien, diciéndose nuestro representante, haya servido a intereses, causas y a señores distintos de los supuestos.
La nefasta dependencia con las directrices de los hermanos Castro –los ventrílocuos– ha incrustado una serie de valores distintos de los nuestros, rechazados por amplios sectores militares y civiles, empezando por los jóvenes estudiantes. Los cubanos tuvieron que enviar el cuerpo del mandatario, martirizado por la traqueotomía, para terminar de una vez por todas con la incómoda presencia estudiantil frente a su sede diplomática en Caracas, que comenzaba a sacudir la pasividad ciudadana y a los que no podían desalojar de cualquier modo –es decir, a la fuerza–, sin traer graves repercusiones a lo interno y en la comunidad internacional.
Los militares
El madrugonazo de los Castro, al deshacerse de Chávez este lunes, tomó por sorpresa al Alto Mando Militar. No estaban preparados para una movilización programada del Ejército hacia el Hospital Militar y no pudieron rendirle los honores al pisar suelo venezolano, como se hace de costumbre. Todo se realizó en el más absoluto secretismo, para desarticular a los oficiales que vienen trabajando en la transición y que han puesto en tres y dos al gobierno de facto presidido por Maduro, advirtiendo que tomarían una serie de decisiones constitucionales.
Ahora que tienen a Chávez en el país –aunque no esté en sus cabales–, como lo exigían, esperan desmontar las maniobras dirigidas a desplazar al ungido por el castro-chavismo, Nicolás Maduro, con unas elecciones primarias en el PSUV, para promover a uno o a varios candidatos provenientes del ala militar: Cabello, Vielma Mora o Arias Cárdenas, que no permitirían el avance de los cubanos ni las pretensiones de instalar una base rusa en Venezuela.
Debemos recordar que en una encerrona de los rojos, en abril del año pasado, el gobernador de Portuguesa y jefe del Comando Carabobo en ese estado, Wilmar Castro Soteldo –del ala militar– exclamó en la Sala Plenaria de Parque Central que el presidente Hugo Chávez “tiene cáncer, está enfermo y cualquier conflicto se puede desatar”. En esa oportunidad, Castro Soteldo planteó elecciones sin Chávez. La jugada de traer sorpresivamente a Chávez beneficia a Maduro y al radicalismo chavista, pero no va a contener a los aspirantes, que amenazan con dividir una unidad que en apariencia se mantendrá mientras Chávez permanezca vivo. Después será otra cosa muy distinta.
Tic tac
La base rusa. Según fuentes de inteligencia se encuentra muy adelantado el acuerdo secreto con los rusos para instalar una base militar en una isla estratégica venezolana, que contrarreste la base norteamericana en Guantánamo. Los rusos quieren tener una base con sus armas de última generación cerca de Estados Unidos.