Los recortes presupuestales automáticos previstos para el 1 de marzo en Estados Unidos son consecuencia de un mecanismo votado en 2011 por el Congreso, con el respaldo de Barack Obama, para superar el bloqueo político en Washington y controlar el déficit público.
Los recortes automáticos debían en principio servir de amenaza para incitar a ambas partes, demócratas y republicanos, a llegar a un compromiso alternativo, pero ninguno de los dos partidos cedió y la amenaza terminará haciéndose realidad hasta el momento.
En el “menú” de recortes figura una disminución del gasto en 85.000 millones de dólares entre el 1 de marzo y el 30 de septiembre, fin del ejercicio fiscal 2013, y de 109.000 millones en cada uno de los nueve años siguientes, al termino de los cuales el déficit debería ser reducido a 3,6% del PBI, contra 5,3% este año.
Esos 85.000 millones pueden parecer escasos en el marco de un presupuesto total de 3,5 billones de dólares, pero su impacto será particularmente fuerte en algunos programas.
El área más afectada será la de la defensa, cuyo presupuesto se contraerá en 8% en 2013. Los militares serán inmunes a los recortes, pero 800.000 civiles sufrirán una reducción salarial de 20% al dejar de trabajar un día por semana a partir de fines de abril.
La Marina reducirá el número de días en el mar de sus buques entre 30 y 35% y el despliegue previsto de un segundo portaaviones en el Golfo no tendrá lugar, al tiempo que el mantenimiento de las bases y de los equipamientos militares será postergado en el tiempo, lo que obligará a las empresas que contratan con el Pentágono a despedir personal.
El resto del presupuesto será reducido en alrededor de 5% este año y entre 6 y 7% en cada uno de los nueve años siguientes, según señaló el centro de reflexión CBPP de Washington.
Los grandes programas sociales (jubilaciones, salud para los más desfavorecidos, bonos alimentarios) no serán tocados, pero sí lo serán todos los otros rubros, desde la educación a la agricultura, pasando por la justicia.
Según cálculos de la propia Casa Blanca, 10.000 puestos de trabajo de profesores, centenares de empleos de procuradores fiscales federales y de servicios de inspección alimentaria están amenazados.
¿De quién es la culpa?
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Al Congreso parece no preocuparle el panorama que se avecina, y a menos de diez días del 1 de marzo suspendió incluso las sesiones de esta semana. Los parlamentarios pasan más tiempo en los platós de la televisión acusándose mutuamente que en el Capitolio intentando llegar a un acuerdo.
El presidente Obama convocó a la prensa el martes, rodeado de agentes en uniforme, para responsabilizar a sus adversarios y denunciar cómo los servicios de emergencia pueden verse “guillotinados”.
Los republicanos le replicaron citando al periodista Bob Woodward, quien afirmó en un libro que la idea de los recortes presupuestales surgió en la Casa Blanca.
“Fue la Presidencia, fueron Obama, Jack Lew (exsecretario general y actual candidato al Tesoro) y Rob Nabors (otro colaborador presidencial) quienes propusieron esta solución al jefe de los demócratas en el Senado, Harry Reid, pero todos dejaron sus huellas”, dijo el domingo Woodward en Fox News.
Digan lo que digan hoy, tanto republicanos como demócratas votaron esta medida en agosto de 2011.
El lunes próximo, los senadores demócratas elevarán un proyecto de ley para remplazar el dispositivo automático por alzas de los impuestos a los más ricos, pero el pesimismo domina el panorama.
Los republicanos dejan entender incluso que estos recortes pueden ser una solución de última instancia para reducir el mastodóntico aparato del Estado federal.
“Para muchos legisladores los recortes no son tan malos como se afirma”, dijo a la AFP Tripp Baird, un fino analista del Senado del centro de reflexión conservador Heritage Action for America.
AFP