El Vaticano abrió excepcionalmente hoy sus puertas a la prensa para mostrar algunos de los enclaves menos conocidos del pequeño Estado pontificio, en vista de los próximos acontecimientos que tendrán lugar tras la renuncia del papa Benedicto XVI el próximo 28 de febrero.
Periodistas de todos los países, entre ellos EFE, se dieron cita ante el llamado Cancello Petriano, uno de los tres grandes accesos al Vaticano, custodiados por dos guardias suizos, para participar en un recorrido único entre los lugares que serán el centro del mundo en los próximos días cuando sea efectiva la renuncia de Benedicto XVI y comience el cónclave para elegir a su sucesor.
La Ciudad del Vaticano y sus jardines la visitan cada día pequeños grupos de turistas, pero no se les permite bajar del autocar y tampoco se les muestra los rincones más ocultos.
El recorrido organizado por el Vaticano comienza en la “Domus Sanctae Marthae” (residencia Santa Marta), pocos metros después de atravesar el Cancello Petriano situado a la derecha de la Basílica de San Pedro y donde se alojarán los 117 cardenales que se reunirán en el cónclave que elegirá al sucesor de San Pedro.
El edificio moderno y privado de interés arquitectónico se convertirá, por segunda vez, en un lugar de vital importancia en los días del cónclave, ya en sus cinco plantas, con 106 confortables suites, 22 habitaciones individuales y numerosos salones, los cardenales intercambiarán impresiones y fraguarán el destino de la Iglesia.
Aunque su interior es austero y esencial nada tiene que ver con los cónclaves de épocas pasadas donde los purpurados se instalaban en habitaciones separadas por mamparas, sin duchas, ni baños y con las ventanas selladas para impedirles comunicarse con el exterior.
Desde Santa Marta comienza la subida a la colina del Vaticano, donde se pasa por la que fuera la estación ferroviaria del pequeño Estado, ahora transformada en un coqueto “centro comercial” para los más de 4.000 empleados del Vaticano.
De aquí se llega al imponente palacio neoclásico del “Governatorato”, sede del gobierno del Estado Vaticano, es decir el organismo que se ocupa de su administración y en cuyo interior se observan anónimas oficinas todas ellas con la foto de Benedicto XVI.
La visita procede con rapidez, ya que a las 14.00 hora local, los jardines del Vaticano cierran sus puertas a los turistas para que el papa pueda disfrutar de la calma y la privacidad de un sereno paseo.
Benedicto XVI -asegura la guía, perteneciente al servicio de Comunicación Sociales del Vaticano- suele hacerlo a menudo. No grandes paseos, pero si momentos de oración y contemplación en alguno de los pequeños rincones que ofrecen los jardines donde reina un inusual silencio en contraste con la caótica Roma.
Durante el paseo por las 22 hectáreas que ocupan los jardines de las 44 en las que se extiende el Estado pontificio, el silencio es el gran protagonista y en todo el recorrido solo se entrevió a una monja recogida en su lectura.
No se sabe si formará parte de los próximos recorridos turísticos, pero hoy se pudo observar el monasterio “Mater Ecclesiae”, la residencia que Benedicto XVI ha elegido para vivir tras su renuncia, situada en una zona apartada de los jardines con una privilegiada vista sobre la cúpula de San Pedro y desde el que se observan los tejados de la Capilla Sixtina, donde se colocará la chimenea que anunciará la elección del nuevo pontífice.
Un lugar estratégico, completamente rodeado por un grueso muro que impide ver en su interior, un jardín de limoneros y naranjos, fresco y amplio para que Benedicto XVI pueda pasear y enfrascarse en sus reflexiones y oraciones.
El edificio, ya conocido como “el Buen Retiro” en el que vive un grupo de monjas de clausura, consta de cuatro plantas, doce celdas monásticas, mientras que en la parte baja del edificio se hallan el refectorio, la cocina y la enfermería, una biblioteca y una capilla.
El monasterio actualmente está siendo reestructurado y se trabaja durante todo el día para terminarlo lo antes posible y hacerlo lo más acogedor posible ante la llegada del nuevo huésped.
Tras su renuncia, Benedicto XVI pasará cerca de dos meses en la residencia apostólica de Castelgandolfo (a unos 30 kilómetros de Roma) hasta que se termine la reestructuración del monasterio.
Otro enclave que hasta ahora había sido un lugar sin ninguna importancia es el pequeño helipuerto del Vaticano, pero desde el 28 de febrero cobrará valor histórico porque desde allí, a las cinco en punto de la tarde, el papa Benedicto XVI a bordo de un helicóptero de los Carabineros italianos saldrá hacia Castelgandolfo para, según sus palabras, “permanecer oculto para siempre”. EFE