Aún no ha salido el sol y Omar Vizquel ya se encuentra en la estrecha sala de pesas de los Angelinos de los Angeles, tirando una pelota medicinal contra un muro de contrato.
La determinación y ética de trabajo necesaria que se precisaron para mantenerse vigente casi un cuarto de siglo en las Grandes Ligas no desaparecen de un día al otro. Aunque el venezolano de 45 años de edad que sumó la mayor cantidad de juegos en el campocorto en la historia emprende una nueva carrera como coach, Vizquel se levanta temprano para entrenarse antes de irle a enseñarle algunas cosas a los prospectos en esta pretemporada.
Ciertamente, Vizquel no pudo alejarse del béisbol durante todo un invierno, luego de poner fin a su carrera como pelotero con Toronto el pasado otoño. Cumple las primeras semanas como instructor de fildeo en ligas menores de los Angeles, dando clases sobre el arte del fildeo a jovencitos que aún no habían nacido cuando él ya había debutado en las mayores.
“La verdad no sé, necesitaba hacer algo”, dijo Vizquel. “Quería seguir cerca del béisbol. Quiero aprender sobre mi nueva carrera, lo que se necesita para ser un coach y lo que es mi objetivo final, que es convertirme en un manager. No me quería ir de vacaciones y estar en la casa. Quiero hacer lo que me gusta, y eso está aquí. El béisbol”.
Vizquel se había ganado el derecho para unos cuantos meses de relajamiento en Seattle, donde se radicó con su familia. Ganó 11 Guantes de Oro y logró el mejor porcentaje de fildeo de un torpedero en la historia de las mayores (.985) en una carrera que comenzó con los Marineros en abril de 1989 y culminó el 3 de octubre con los Azulejos, incluyendo estancias en Cleveland y San Francisco de por medio.
Tampoco es que Vizquel no tenga más nada que hacer. Es un pintor de óleos, escultor y fotógrafo que llegó a abrir una exhibición en una galería de San Francisco. Y hasta tiene una colección de animales.
Pero luego de encontrarse con Paul Sorrento, ex compañero de equipo con los Indios y actual coordinador de bateo de los Angelinos en las menores, en una partida de póquer organizada por Edgar Martínez, Vizquel se puso en contacto con la franquicia de California. Buscaban a alguien que pudiera enseñarle a sus infielders, y Vizquel cumplía de sobra con los requisitos.
“Les dije, ‘Bueno, yo soy el que buscan”’, recordó Vizquel. “Así que me puse en contacto con (el subgerente) Scott Servais, y Scott habló con (el gerente) Jerry Dipoto. Jugué con Jerry en Cleveland, así que me conoce desde esos años. Fue una comunicación breve, nos pusimos de acuerdo y en un par de días ya estaba aquí”.
Incluso durante una fría semana de febrero en febrero, su energía era incontenible. Tras un entrenamiento matinal que dejó al manager Mike Sioscia y a varios jugadores sin aliento, Vizquel se paseó por el vestuario con el gorro volteado hacia atrás mientras comía su desayuno. Inclinado contra la pared, se puso a conversar con los jugadores.
“Aún mantengo mi rutina”, dijo Vizquel sobre su rutina de ejercicios en las mañanas. “Ya no es tan intensa como antes, pero me quiero mantener en forma. Quiero poder seguir corriendo con mis hijos y poder estar en las prácticas en el terreno”.
Vizquel no empezó a considerar la posibilidad de ser un manager hasta hace seis o siete años, cuando su carrera como pelotero estaba en su ocaso. Sabe que su meta sorprendería a la gente que conocen de sus numerosas actividades fuera del béisbol, pero el deporte es su primera pasión.
“Es lo que llevo adentro”, dijo Vizquel. “Me sé comunicar con la gente, me defiendo con el inglés, y en esto todo es cuestión de saber comunicarse con los muchachos y saber del juego. Haber jugado pelota invernal me permitió conocer a los jugadores latinos y saber a lo que aspiran y lo que sienten”.
Esa perspicacia que Vizquel posee para absorber esos pequeños detalles del béisbol deben servirle perfectamente como coach. En una era de bateadores musculosos que se inyectaban con esteroides, el venezolano brilló con su estilo de juego. Acumuló la mayor cantidad de hits con toques, así como doble plays.
Se siente agradecido de poder cumplir con cualquier función que le den los Angelinos este verano, con la vista puesta en responsabilidades y retos más exigentes en el futuro.
“Creo que es algo formidable”, dijo Vizquel. “Creo que es como volver a la escuela secundaria, cuando puedes ser un maestro, líder o un buen ejemplo para ellos. Estás ayudándoles. Me gusta enseñar. Me gusta compartir mis conocimientos a otros, de modo que algún día tengan una buena carrera en las mayores. Creo que ese sería mi máxima satisfacción”.
AP