La histórica renuncia del papa Benedicto XVI el próximo 28 de febrero, se une a una larga historia de papas que dejaron el trono de forma inesperada, destituidos por sus enemigos u obligados al exilio.
Aunque sólo existe otro caso, hace más de 700 años, de renuncia voluntaria de un Papa como la de Benedicto XVI, que justificó su decisión por “falta de fuerzas”, la historia de la Iglesia Católica está llena de finales de papado turbulentos.
En más de 2.000 años de historia, al menos cuatro papas murieron en el exilio o en prisión, seis fueron asesinados, dos murieron como consecuencia de sus heridas durante disturbios y uno murió cuando le cayó un techo encima.
El único precedente de un Papa que renunció por voluntad propia al considerar que no podía cumplir su función fue el caso de Celestino V, un ermitaño que fue elegido contra su voluntad en 1294 para resolver una disputa entre cardenales y que renuncio pocos meses después.
Antes de ser papa, Celestino V, nacido con el nombre de Pietro del Morrone, fue un monje benedictino conocido por haber renunciado a los bienes terrenales y por su vida austera en la cueva de una montaña en la región de los Abruzos, en el centro de Italia.
Cuando escribió una carta a los cardenales enfrentados pidiéndoles que eligieran rápidamente a un nuevo Papa decidieron escogerle a él.
Pero poco después de asumir el trono publicó un decreto autorizando la posibilidad de que un Papa renuncie, abriendo la vía a su propia salida.
Su decisión fue objeto de burla y es famosa la condena de Dante Alighieri, que en la ‘Divina Comedia’ le puso en el infierno por su “cobardía” y le reprochó su “gran negativa”.
Sin embargo el fin de un papado también ha tomado a lo largo de la historia formas mucho menos honrosas.
En 1045, Benedicto IX, considerado uno de los papas más indignos en la historia de la Iglesia, vendió su “título” a su padrino, Juan de Graciano, que luego sería Papa, porque quería casarse. Pero según parece Benedicto IX no consiguió convencer a la mujer de que se casara con él y terminó recuperando el trono.
A su vez Graciano, que fue papa brevemente con el nombre de Gregorio VI antes de que Benedicto IX reclamara de nuevo el trono, fue obligado a renunciar a su vez, acusado de haber comprado el papado.
En 1415 Gregorio XII fue obligado a renunciar como parte de un acuerdo para terminar con el llamado “cisma de Occidente”, el periodo en el que varios papas, en Pisa y Aviñón, se disputaban la autoridad pontificia y estuvieron a punto de dividir a la Iglesia.
En 1804, el papa Pío VII firmó un documento de renuncia poco antes de irse a París a coronar a Napoleón, una renuncia que sólo tenía que ser efectiva en caso de que fuera encarcelado en Francia.
Durante la Segunda Guerra Mundial, se cuenta que Pio XII firmó también un documento en el que renunciaba al papado si era secuestrado por los nazis.
Existe información parcial sobre otros papas, sobre todo durante la última época del Imperio Romano, que fueron expulsados o martirizados en una Roma saqueada, víctimas de la lucha entre bandos rivales. Pero poco se sabe en realidad de estos papas, que en muchos casos forman parte de la leyenda. AFP