José Rafael Marquina asegura que se involucró en el asunto por las consultas que le hicieron familiares y allegados del jefe del Estado que temían que en Cuba no recibiera la asistencia médica adecuada. El médico que ha revelado detalles de la enfermedad del Presidente afirma que el traslado del primer mandatario a Venezuela no implica mejoría alguna, sino que la enfermedad entró en fase terminal y son inútiles los cuidados intensivos, publica El Nacional.
Ficha personal
–Médico
–Especialista en Medicina Pulmonar
José Rafael Marquina, el médico venezolano residenciado en Florida que se hizo famoso por romper el secretismo oficial sobre el estado de salud del presidente Hugo Chávez a través de su cuenta en Twitter, asegura que se involucró en el asunto por las consultas que le hicieron familiares y allegados del jefe del Estado que temían que en Cuba no recibiera la asistencia médica adecuada. “Y esos temores no eran infundados, pues en Cuba equivocaron el diagnóstico y el tratamiento de Chávez”, indica el especialista. Niega que sea un agente de la CIA o algo por el estilo. Afirma que la información que ha divulgado también la conocieron muchas personas dentro y fuera de Venezuela. “La diferencia, supongo, es que yo no tengo miedo”, expresó en conversación telefónica.
—¿Qué implicaciones tiene que Chávez no haya superado la insuficiencia respiratoria, como lo informó el Gobierno oficialmente el jueves pasado en la noche?
—Implica que no es un proceso infeccioso, como habían informado, porque en ese caso ya hubiese sido superado. Se trata de una progresión de la enfermedad. El cáncer le ha invadido el drenaje linfático, lo que hace que tenga acumulación de fluido pleural y problemas con el intercambio de gases. En Cuba le estaban drenando fluido pleural. Es mal pronóstico. El pulmón es un órgano muy noble, pero delicado. Tiene que estar muy afectado para que se produzca una insuficiencia respiratoria. Lo más grave para cualquier paciente es tener falta de oxígeno en reposo. Ese es el problema de Chávez, le falta de oxígeno en reposo.
—¿Cuáles son las razones de su especial interés en conocer y divulgar detalles sobre el estado de salud del presidente Chávez?
—Mucha gente dentro del chavismo me confirmó las informaciones que comencé a divulgar y me estimuló para que siguiera haciéndolo. La preocupación aumentó cuando se supo que no se trataba de un cáncer de colon, como inicialmente diagnosticaron los médicos cubanos, sino de un rabdomiosarcoma en el músculo de psoas (localizado lateralmente a la región lumbar de la columna vertebral y la cavidad pélvica).
—¿Cuáles fueron las consecuencias de la equivocación del diagnóstico?
—No le trataron el tumor como debía ser. Le dieron drogas quimioterapéuticas para un cáncer de colon. El rabdomiosarcoma responde mucho mejor a la radioterapia que a la quimioterapia. A la hora de cambiar el tratamiento hay riesgos de que el tumor mute y se haga resistente. Ese tratamiento inicial no sirvió para nada. Hubo una recurrencia en tiempo récord.
—¿Qué tan cerca ha estado usted de Chávez?
—Nunca lo he visto personalmente. Esa es una de las críticas que me han hecho. Pero la información que he divulgado es la más cercana a la verdad.
—¿Cuál es el margen de error de un diagnóstico a distancia, sin ver al paciente?
—Yo no he diagnosticado a Chávez. Lo que he hecho es dar información sobre el curso de su enfermedad, que es diferente. Cuando se hizo el diagnóstico acertado las hijas del Presidente llamaron a muchos médicos y fluyó mucha información, pues se trataba de un cáncer raro. El MD Anderson Cancer Center, en Houston, es el mejor lugar para tratarlo. Los médicos se miden por la experiencia que tengan. No estoy cuestionando la calidad de los médicos cubanos sino su falta de experiencia.
—¿Cómo estaba integrado el equipo médico que atendió a Chávez en Cuba?
—Siempre ha sido totalmente cubano. Es falso que haya habido médicos rusos y brasileños.
—¿Quién es el médico que ha liderado ese equipo cubano?
—Se habló de un médico hermano de Carlos Lage y de otro de apellido Hernández, pero nunca pude confirmar esa información.
—¿En qué han consistido las cuatro intervenciones quirúrgicas realizadas al Presidente?
—La primera fue un error, nunca se debió realizar. Se hizo para drenarle un absceso, pero la mejor opción era hacerlo a través de una aguja. Cuando lo abrieron vieron que tenía un tejido muerto. Se tomaron muestras, pero no le resecaron el tejido. A los dos días le dijeron que tenía un cáncer de colon. Decidieron una nueva operación para resecarle el resto del tumor. Se dieron cuenta de que el tumor estaba abscesado. La segunda operación fue más complicada. Tuvieron que resecarle buena parte del músculo psoas y partes blandas de la pelvis, lo cual indicaba que el tejido cercano ya estaba invadido. Lo cerraron y le hicieron quimioterapia. Para afinar el diagnóstico era necesario realizar aproximadamente 20 exámenes, y en Cuba no había los reactivos. Ese material fue enviado inicialmente a Brasil y después a Estados Unidos, específicamente al Tufts University, en Boston. Le hicieron una tomografía y le detectaron aumento del tumor en la pelvis, una nueva lesión de 2 centímetros, así como metástasis en la glándula suprarrenal y en el hígado. La tercera cirugía fue laparoscópica para remover los dos centímetros del tumor en la glándula suprarrenal. Para ese momento Chávez era un paciente obeso con muchas cicatrices que hicieron muy difícil la cirugía. Los médicos decidieron no removerle el tumor de la glándula suprarrenal, sino parte de la metástasis en la pelvis. Una vez que le removieron esa parte del tumor, repitieron los exámenes y confirmaron que era un rabdomiosarcoma. Sólo es a partir de ese momento en que le dan el tratamiento adecuado: quimioterapia y 30 sesiones de radioterapia. El 9 de junio de 2012 a Chávez le hicieron una tomografía en Venezuela. El Presidente dio una rueda de prensa y dijo que estaba bien. “Me voy a inscribir como candidato a la reelección, estoy como una uva”, expresó. El tumor no había mostrado crecimiento, pero tampoco remisión. El primer mandatario se olvidó de la enfermedad y comenzó la campaña. En septiembre de 2012 comenzó a sentir cansancio y suspendió actos. Terminada la nueva batalla por Miraflores se sometió a nuevos chequeos. Le detectaron un aumento de metástasis en el hígado, los pulmones y la espalda. Además, se dieron cuenta de que tenía invasión en la cuarta y quinta vértebras lumbares. Entonces, decidieron hacerle la cuarta operación, una vertebrectomía, que consiste en removerle las vértebras y hacerle un trasplante óseo. Es una cirugía extremadamente arriesgada y más para los médicos cubanos que no tienen experiencia suficiente. Chávez se complicó. Tuvo un sangrado y estaba en una situación crítica. Le debieron haber hecho la traqueotomía en los primeros días de enero.
—¿En qué momento Chávez perdió la capacidad física para gobernar?
—A partir de septiembre de 2012, cuando se mostró más débil. Muy probablemente Chávez esté deprimido y en ese estado no puede tomar las mejoras decisiones.
—¿El traslado del Presidente a Venezuela implica una mejoría significativa?
—No lo creo. Hubiese llegado caminando, como en las otras oportunidades. Esta vez lo trasladaron y quedó confinado en el Hospital Militar.
—¿Qué indicios aportan las fotografías mostradas hace una semana?
—Se ve que tiene muchas dificultades con el movimiento por la forma como mira. El problema es que la fotografía no permite ver el contexto. Le cubrieron la traqueotomía, pero lo abultado de la camisa es indicio de la aplicación de oxígeno suplementario.
—¿En qué consiste el tratamiento que se aplicará al Presidente en Venezuela?
—En este momento no existe ningún tratamiento curativo sino paliativo para el dolor que está sufriendo. Chávez está en fase terminal y eso es irreversible.
Acosado por unos y protegido por otros
Marquina ejercía la medicina en La Fría, estado Táchira. En 1992 cuando secuestraron a su padre decidió irse a Estados Unidos, donde ha desarrollado una carrera médica exitosa. El 17 de enero pasado su padre murió y no pudo estar en el funeral: “Gente del Sebin me confirmó que tenían órdenes de detenerme, tan pronto pisara suelo venezolano”. Sin embargo, asegura que no guarda rencores y que se siente satisfecho por decir lo que el Gobierno no quiere que se diga sobre la salud de Chávez. Dedica aproximadamente una hora al día a buscar y divulgar detalles sobre la evolución de la enfermedad del jefe del Estado, lo cual le ha costado muchas amenazas. “Estoy tranquilo, porque los cuerpos de seguridad de Estados Unidos han investigado cada uno de los casos y, hasta el presente, han descartado el riesgo de que mi familia o yo suframos algún daño”, indicó. Dice que ha aprendido a decantar la información que recibe de muchas fuentes y que contrasta cada dato antes de hacerse eco de él. El traslado de Chávez a Venezuela quizás dificulte su vocería no autorizada: “He tratado de hablar con no menos de 30 personas para verificar en qué condiciones está el Presidente en el Hospital Militar, pero ninguna lo ha visto”.