Llegas al anaquel donde están los empaques de café y descubres que el mismo está pelado, porque las amas de casa hicieron compras nerviosas y dejaron solo algunas bolsitas. Te dices “no importa, café es café”. Sin imaginarte que cuando volteas el empaque te encuentras con sendas letras rusas que, supones, dice “Café Ocho Estrellas”…