El arzobispo de Quito, Fausto Trávez, reconoció hoy que al principio no entendió la renuncia de Benedicto XVI, pero que tras analizarla la considera como un “gran acto de humildad”, durante una eucaristía de acción de gracias por el ahora papa emérito.
Así lo explicó durante el sermón de la misa que celebró este mediodía en la catedral de Quito en homenaje a Benedicto XVI, que hizo efectiva hoy su renuncia y abandonó el Vaticano.
Recordó que cuando asumió el pontificado hace ocho años, en los periódicos se escribió que en Benedicto XVI se había elegido a un conservador y apuntó que precisamente él ha protagonizado ahora con su renuncia un acto que no ocurría desde hace unos seiscientos años.
Trávez destacó la cercanía de Benedicto XVI con Ecuador por ayudas sociales que auspició cuando era obispo en Munich.
Indicó que el ahora papa emérito visitó Quito años atrás, antes de asumir el pontificado, y recordaba bien la Virgen del Panecillo, una inmensa escultura que se levanta en la cúspide de un cerro en la capital ecuatoriana.
Asimismo, el arzobispo de Quito destacó la decisión de Benedicto XVI de renunciar pese a que era más joven que Juan Pablo II para no ver impedida su labor por problemas de salud.
Se refirió al papa emérito como un hombre “santo y sabio”, y apuntó que deja como “regalo” a toda la Iglesia católica del mundo la proclamación del Año de la Fe.
Ante una catedral copada en su mayoría por colegiales, el obispo habló de la crisis de fe en el mundo, debida, en su opinión, a que la juventud “mira a otro lado y no hacia la iglesia”, entre otras razones.
Recordó que el ahora papa emérito es partidario del respeto a la vida desde la concepción hasta la muerte y terminó su pronunciamiento con un “viva el Santo Padre” que se repitió en coro desde las bancas, donde los feligreses, entre los que también había monjas y curas, estallaron en aplausos.
EFE