La MUD estableció con claridad un conjunto de errores cometidos a partir de las elecciones primarias. Es imposible insistir en lo determinante que es contar con un liderazgo comprometido con nuestro país.
Mucho se ha escrito sobre la monumental contribución de Nelson Mandela a la paz, la justicia social y la democracia en Sudáfrica. Salió de la cárcel, donde estuvo prisionero del régimen del apartheid por 27 años, a enfrentarse no solamente a quienes pretendían mantener el status quo de la segregación racial sino, y esto es quizás mucho más importante por menos obvio, a enfrentarse a los sectores radicales de su propio partido para convencerlos de que el país era inviable si expulsaban a los blancos, como era la pretensión de muchos negros que se sentían a un paso del poder absoluto.
Es imposible insistir suficientemente en lo determinante que es contar con un liderazgo comprometido y con visión en un momento crucial para el futuro de una nación. Venezuela se encuentra en una de esas encrucijadas, erosionada física y espiritualmente por la acción devastadora de 14 años de revolución chavista y últimamente transformada en una especie de República en el Limbo, gobernada, presumiblemente, desde una sala de terapia intensiva a través de mensajes reales o imaginarios transmitidos al país a través de los exégetas usurpadores del poder popular.
No cabe duda de que el liderazgo de la alternativa democrática ha hecho avances muy importantes. Pero insuficientes y, con frecuencia, poco convincentes. Lo que más alarma a estas alturas es que no cabe la menor duda de que ese liderazgo sabe exactamente lo que hay que hacer para reconectarse transparentemente primero con su propia base, y luego, probablemente, con el resto del país. Una comisión nombrada por la propia MUD ha establecido con claridad un conjunto de errores que se cometieron a partir de las elecciones primarias de la oposición y que es indispensable corregir.
Es difícil escapar a la conclusión de que la razón de fondo por la cual a la oposición le cuesta tanto hacer lo que hay que hacer en esta circunstancia tan delicada es que hay elementos de nuestra inmadurez política como nación que todos compartimos, con muy escasas excepciones.
Es bueno insistir en que este no el momento del juego usual de la política a que estamos acostumbrados los venezolanos sino que estos son los tiempos de los estadistas, al estilo de Nelson Mandela, capaces no solo de ejercer la acción política convencional sino de unir a su gente en una misión y una visión.
¿Cómo viene a parar el título de una canción de Ricardo Arjona a un artículo como este? Por que uno termina por hartarse de los argumentos que siempre le atribuyen a la diversidad política ser la causa esencial de la imposibilidad de poner a la oposición de acuerdo sobre cosas fundamentales. Por que uno termina por perder toda la paciencia frente a las eternas explicaciones a hechos inexplicables como la pérdida de importantes plazas opositoras por divisiones internas o por tener candidatos sin ninguna conexión con el mundo real de la gente, sus problemas y sus regiones.
En cierto modo la letra de Arjona, al afirmar “..que los demás siempre dirán…Lo que está bien está mal” se emparenta en nuestro contexto tropical con una frase de Einstein:”No podemos resolver problemas pensando de la misma manera que lo hicimos cuando los creamos” .
Hacer política como la hicimos nos trajo a Chávez, enfrentar ahora las tropelías de los revolucionarios implica, entre otras cosas, el retorno de la ética a la política y a la función pública.
Amigos muy queridos, entre ellos uno de los editorialistas de este diario, han saludado como una medida positiva de la MUD la decisión de nombrar a El Preventivo, como llamó Fernando Rodríguez a una suerte de precandidato in pectore que la MUD tendría para enfrentar una elección sobrevenida avanzada por el abuso oficialista sin permitirle a la oposición organizarse. La sabiduría que se percibe en esta decisión yo la interpreto como un pésimo mensaje al país. Cuando la nación clama desesperada por un liderazgo con visión, nosotros alcanzamos a ofrecer a El Preventivo porque todavía no existe acuerdo en la alternativa democrática.
Todo tiene su momento, como reza el sabio proverbio del Eclesiastés. A la oposición le llegó el suyo de avanzar a como dé lugar para resolver lo que el país y sus conciencias le exigen que resuelva. Con amplitud, inteligencia y corazón, que de eso le sobra a muchos de mis amigos de la MUD y también a quienes por muchas razones se encuentran fuera de la Mesa por diferencias que deben ser tomadas en consideración porque son parte indispensable de lo que hay que armar, como por ejemplo las condiciones que se deben exigir al CNE. Pero nada de eso puede competir con hacerlo a tiempo y de un modo convincente. Si se trata de reinventar la candidatura de Henrique Capriles con un tono de amplitud, que así sea, pero no perdamos de vista que ya a nadie se podrá convencer con una reinvención que esté cabalgando en imposturas.