Presenciamos en primera fila la culminación del plan para que Nicolás Maduro reemplace a Chávez, cuando tácitamente confesará que le ha mentido al país, que nunca Chávez debió ser candidato el pasado septiembre. Como en toda gran telenovela, en el último capítulo se resolverán los entuertos, se aclararán los malentendidos y muchos televidentes pondrán el grito en el cielo al sentirse estafados, pasaremos del “ya estoy curado, Dios respondió las oraciones de chamanes, curas, obispos”, a la verdad: el Presidente lleva largos meses en agonía, sacrificó su vida por razones políticas.
En esa superproducción nacional pretenden subir a Chávez a los altares a cambio de que Maduro lo reemplace en Miraflores; vivimos una farsa de dimensiones trágicas, el final de alguien que, en el momento de su mayor poder, fue golpeado por el destino. Este último acto requiere que Chávez aparezca presentable y quizá entonces los chavistas reaccionen con indignación frente a Maduro, porque durante largos meses se ha jugado con la fe del pueblo.
Chávez es una papa caliente para los que pretenden saltar de una situación en la que consideraban una ofensa que hablaran de la enfermedad a admitir que ya no volverá a Miraflores; en el último parte de Villegas mencionaba el agravamiento de su mal pulmonar y preparaba así al país para el anuncio final. Maduro y los suyos han exigido la exclusividad de manipular políticamente los días finales de la vida política de Hugo Chávez.
Algunos piden que Chávez hable aunque sea por teléfono, firme un documento; Marquina desde Miami decreta los días que le quedan de vida, el ex embajador de Panamá en la OEA asegura que ya murió. La información decisiva la proporcionó Chávez en diciembre cuando les pidió a los chavistas votar por Nicolás Maduro.
Quizá la verdad sea sencilla: Chávez no estaría ya tan dispuesto a renunciar, hoy. No se conoce el caso de un emperador, rey, zar, gran político que abandone el poder mientras le quede un hálito de vida.
Sectores del país piden que Chávez presente su renuncia, están solicitando, en consecuencia, que se convoque a elecciones, lo que quiere Maduro, y lo ayudan a decir lo que no se ha atrevido a revelar, que Chávez no vencerá la enfermedad.
Esta verdadera papa caliente la maneja Maduro con extremo cuidado, a pesar de que más temprano que tarde se revelará la verdad: Chávez se postuló para la reelección a conciencia de que no estaba en condiciones de ser presidente, lo llevaron para La Habana para impedir que se conociera la verdad y desde principios de año Maduro lanzó su campaña presidencial consciente de que el Presidente no se recuperaría.
Vivimos una espantosa mentira, presos de la confusión, en una telenovela que atrae la atención mundial, porque los que dominan la historia ocultan una parte esencial del relato, mantienen un suspenso artificial que desaparecería si conociéramos la historia médica del enfermo.
Por razones políticas nos ocultan la verdad, la que se revelará cuando arranque el nuevo período electoral. Maduro no cesa de presentarse como un candidato presidencial y, por su parte, Capriles hará igual porque los acontecimientos se precipitan.
Los estudiantes calientan la calle, hablan de las mentiras, un tema tabú hoy para el oficialismo.
Maduro tranquilamente avanza su candidatura presidencial.