Las cifras reportadas por el BCV que dan cuentan del desempeño económico de la nación desde 1999 hasta el cierre de 2012, nos permiten las siguientes conclusiones: En nuestro país el consumo por habitante ha aumentado en promedio un 48% en los últimos 14 años, es decir, 3,4% anual, pero la producción por habitante sólo un 12%, o 0,9% cada año. Esta relación entre incremento de la producción y del consumo por persona en el referido lapso nos indica que Venezuela registra una tasa negativa anual en su ahorro neto nacional de -2,5% La verdad es que los venezolanos consumimos cada uno a un ritmo 4 veces mayor que al ritmo que producimos.
Tal fenómeno representa un salvaje proceso de descapitalización o de destrucción de capital. Si un país realiza un esfuerzo productivo, pero consume una cantidad de bienes y servicios que es ampliamente superior a su producción, entonces no hay capacidad de ahorro, ni de inversión, ni de acumulación de capital en el mediano y largo plazo, por lo que tiende a comerse sus reservas materiales o tal vez hipotecar la riqueza que obtendría en el tiempo futuro. Tan brutal proceso de destrucción de capital se puede producir, aunque no indefinidamente, en un país como el nuestro que cuenta con inmensos ingresos externos (no asociados a la economía interna) provenientes de la renta de los hidrocarburos, la cual está en manos del Estado. En otras palabras, estamos consumiendo más, sin producir más, debido a que el sector público subsidia artificialmente ese consumo.
Haciendo un análisis más rigurosa, y a pesar de que se presentan cifras que dan cuenta de un crecimiento de muestro Producto Interno Bruto (PIB) durante los últimos 9 trimestres, sin embargo, la amplia brecha que hay entre los volúmenes producidos y los volúmenes consumidos en nuestra economía nos indica que Venezuela, lejos de crecer, ya va para 6 años de contracción económica. Por esta razón el BCV da cuenta de un aumento astronómico de las importaciones (es decir de las cosas que adquirimos afuera para compensar lo que no producimos adentro) de casi un 50% durante el pasado año. Es decir, pasamos de importar 40 mil millones de dólares en 2011 a 59 mil millones de dólares en 2012
UNA OPORTUNIDAD PARA PRODUCIR
La incorporación oficial de Venezuela al Mercado Común del Sur (MERCOSUR) representa una excelente oportunidad y un enorme desafío para que el país deje en el pasado su condición de nación mono productora y mono exportadora dependiente casi exclusivamente de su naturaleza petrolera. En este momento, el 97% de las divisas que recibe el país provienen de la industria de los hidrocarburos. Las exportaciones no petroleras constituyen una porción cuasi marginal en nuestra economía. Si ahora pertenecemos a un bloque económico poderoso como MERCOSUR, con un mercado de más de 300 millones de personas, se hace imperioso modificar los arreglos institucionales que existen en el país para generar un mejor clima de negocios a fin de incentivar la inversión y la productividad. Sólo por citar un ejemplo, el promedio de tiempo que requieren para hacer sus exportaciones las naciones del bloque sureño es de 17 días frente a 20 días para sus importaciones. En Venezuela exportar productos no petroleros lleva un promedio de 50 días y para importar más de 70. Esto nos habla de un engorroso proceso de permisería y de deterioro de nuestra infraestructura portuaria.
Nuestro país tiene en este momento una balanza comercial absolutamente deficitaria con las naciones que forman parte del MERCOSUR. En 2011 los países del bloque nos vendieron casi 7 mil millones de dólares y Venezuela sólo les vendió 2 mil millones. De esta cifra, las exportaciones no petroleras constituyeron apenas 300 millones de dólares aproximadamente. En la última década la relación comercial entre Venezuela y las naciones de MERCOSUR fue de 34 mil millones de dólares de importaciones contra 8 mil millones de exportaciones.
UN MODELO EXITOSO
Hay que recuperar la capacidad productiva de Venezuela. Sería excelente convertir a las destruidas y desoladas zonas industriales que existen en distintas regiones del país, y particularmente las que hay en Aragua, en zonas económicas especiales en las cuales se desarrollen parques industriales con vocación exportadora aplicando una idea similar a la de las ciudades modelos globales que se han constituido en la República Popular China y también en India. Igualmente se podrían crear nuevas regiones especiales de desarrollo industrial en distintas entidades. Con esta propuesta se recuperará la producción y se generarán miles de puestos de trabajo en corto tiempo. La idea es crear condiciones positivas para la inversión de capital en Aragua, Carabobo, Miranda, Anzoátegui, Cojedes y en muchos otros estados más y convertir a cada una de estas entidades en grandes centros internacionales y nacionales de negocios, tal y como lo ha hecho exitosamente el Emirato Árabe de Dubai, con las creación de sus mega parques industriales y también China e India, con sus Zonas Administrativas Especiales según el modelo de “un país dos sistemas”.
Para replicar el ejemplo de estos países citados (sobre todo el de China) ahora en marco de las oportunidades que ofrece el MECOSUR, se deben garantizar varias cosas: 1) Los derechos de propiedad a los inversionistas, con arbitraje comercial internacional obligatorio. 2) Libertad cambiaria, con libre acceso a los dólares para las importaciones que se requieran para producir y garantía de repatriación de los capitales sin restricción para las empresas extranjeras que se radiquen en esas zonas especiales. 3) Eliminación de la permisería, de los controles sobre la producción y sobre las ganancias empresariales los cuales dificultan la creación de nuevas empresas. 4) Libertad de contratación laboral. 5) Exoneraciones fiscales o tributarias durante por lo menos 5 años. 6) Garantía de suministro energético a precios razonables a las empresas que se instalen en las ZEFEL aprovechando nuestra condición de país productor de energía barata. 7) Los trabajadores mantendrán sus garantías sociales, contratación colectiva, libertad sindical y absoluta seguridad en sus condiciones de trabajo.
RÉGIMEN CAMBIARIO
Con el control de cambio funciona la ley del embudo, lo grueso para el gobierno y lo angosto para los ciudadanos, ya que las importaciones del sector privado solo aumentaron un 15% durante 2012, mientras que las que realizó el sector público aumentaron en más de un 70%. Recordemos que el sector privado, formal e informal, contribuye en casi un 70% a la formación de nuestro PIB y emplea a dos tercios de a población económicamente activa en nuestro país. Esto quiere decir que se establece un régimen de racionamiento de divisas que estrangula a la empresa privada y privilegia al Estado.
En los 14 años del presente gobierno, según las cifras del BCV tomadas de la balanza de pagos, han salido del país capitales privados por el orden de 150 mil millones de dólares. Durante el tiempo que no hubo control de cambio en la actual administración, es decir en los años 1999, 2000, 2001 y 2002, el promedio anual de salida de divisas fue de 7 mil millones de dólares, mientras que desde el 2003, cuando se inició el control cambiario, y hasta el 2011, anualmente salieron del país más de 14 mil millones de dólares. El control de cambio no ha evitado la salida masiva de capitales privados.
Estas medidas de controles cambiarios, tarde o temprano empobrecen a la población ya que alejan las inversiones extranjeras y reduce la inversión privada nacional, lo cual afecta el crecimiento económico del país, lesiona el aparato productivo interno, se pierden puestos de trabajo o se dejan de crear nuevas fuentes de empleos. Igualmente genera inflación y escasez. En Tal sentido, el control de cambio es uno de los elementos que debe modificarse o por lo menos flexibilizarse si se quiere asumir con éxito el reto que representa pertenecer al MERCOSUR.
Pedro Elías Hernández