La muerte de Hugo Chávez ha abierto un periodo de incertidumbre para el petróleo venezolano aunque los expertos no esperan cambios radicales en el país con las mayores reservas de oro negro del planeta.
AFP
No obstante, a largo plazo consideran que es necesaria una creciente apertura para atraer inversiones y aumentar la producción de oro negro, convertido en un arma política durante el régimen de Chávez que nacionalizó una parte de los activos privados.
“Es el fin de una época. Chávez deja un vacío político que será difícil de llenar” aunque si su vicepresidente y delfín Nicolás Maduro es elegido para sucederle, éste “mantendrá el mismo modelo nacionalista con el sector petrolero”, predice para la AFP Diego Moya-Ocampos, analista de IHS Global Insight.
“La transición deja una incertidumbre sobre la producción de crudo del país, pero no esperamos grandes cambios en la política petrolera de Caracas”, aducen por su parte los analistas de la agencia JBC Energy.
Según estos, “hay pocas probabilidades de que el país se abra más (a corto plazo) a inversiones extranjeras crecientes, ya que se prosiguen los litigios con las compañías internacionales”, como el estadounidense ConocoPhillips.
Los 14 años de gobierno de Hugo Chávez están estrechamente ligados al maná petrolero, del que se sirvió para su ascensión política y al que convirtió en su principal arma. Para ello nacionalizó activos de empresas extranjeras e impuso el control de la compañía pública PDVSA en todos los proyectos de petróleo y gas.
Elegido en diciembre de 1998 en un país en grave crisis, Chávez se benefició de la fuerte subida del precio del barril (que se multiplicó por 10 en una década), permitiéndole invertir millones de petrodólares en sus “misiones sociales” destinadas a las clases más pobres y en la consolidación de una red diplomática antiimperialista.
Venezuela suministra a Cuba unos 102.000 barriles de petróleo diarios a cambio de personal médico y profesores. A Nicaragua llegaron 22.000 barriles diarios en 2011 y 10.000 a Uruguay, según datos de PDVSA, que asegura que produce 3 millones de barriles diarios, mientras que la OPEP los rebaja a 2,3 mbd.
Pero es China, obsesionada con garantizar su suministro energético, el país que más podría resentirse de un eventual deterioro de las relaciones privilegiadas que ha tejido con el régimen de Chávez.
Tras conceder a Caracas créditos ingentes a través del Banco Chino de Desarrollo (CDB), a cambio de hidrocarburos, “Pekín se va a preocupar del futuro de esta inversión estratégica”, predice Jean-François Dufour, experto de la agencia de asesoría DCA Chine-Analyse.
La incertidumbre política podría hacer que el gobierno chino, que ha prestado cerca de 30.000 millones de dólares a Venezuela en los últimos años, “deje de hacer más petrocréditos”, en su mayoría, una especie de avance de dinero a cambio de petróleo, que resultan clave para las finanzas venezolanas, dice Rees.
Con una renta petrolera que representa el 90% de los recursos en divisas del país, “la capacidad de una eventual administración de Maduro de mantener la política social de Chávez dependerá de que aumente la producción de crudo”, lo que podría empujarle a ser más flexible con las compañías internacionales, dice por su parte Diego Moya-Ocampos.
Pero en caso de que se produzca una mayor apertura a los capitales extranjeros, no se esperan grandes cambios de la noche a la mañana: “Chávez ha necesitado diez años para deteriorar la industria petrolera del país por lo que se necesitarán probablemente otros diez para que se recupere”, dice David Rees.
La producción de crudo cayó 25% durante la presidencia de Chávez, por falta de inversiones, según estos analistas.
En cualquier caso, Venezuela seguirá siendo uno de los actores más importantes de los mercados petroleros. Según estimaciones de los economistas del grupo petrolero BP, posee las mayores reservas comprobadas de crudo del planeta (296.500 millones de barriles), por delante de Arabia Saudí (265.000 millones).
Pese a los encontronazos políticos, Venezuela exporta alrededor de un tercio de su producción a Estados Unidos -lo que le convirtió en 2012 en uno de los principales suministradores de petróleo por detrás de Canadá, Arabia Saudí y México con cerca del 10% de las importaciones de la primera economía mundial.