El vicepresidente venezolano, Nicolás Maduro, seguidor de uno de los santones más populares de la India, Sathya Sai Baba, ha recibido la bendición del movimiento de ese líder espiritual para suceder a Hugo Chávez.
EFE
Candidato a la Presidencia de Venezuela en las elecciones que se celebrarán en las próximas semanas tras la muerte de Chávez, Maduro ha pisado suelo indio varias veces para entrevistarse con el santón. “Es seguro que su fe influye en su manera de hacer política, que se basa en principios como la universalidad del amor, la verdad y la paz”, explicó a Efe A. Anantharaman, portavoz del Centro Sai Baba de la localidad de Puttaparthi, en el estado sureño de Andhra Pradesh.
Anantharaman afirmó que el movimiento “apoya” a Maduro en esta nueva etapa de su carrera profesional, y recordó que en 2005 mantuvo un importante encuentro con el gurú, fallecido en 2011.
El vicepresidente venezolano, que entonces ostentaba la jefatura de la Asamblea Nacional, visitó ese año con carácter privado Puttaparthi acompañado de “tres o cuatro personas de su entorno”, incluida su esposa, Cilia Flores.
“En aquella ocasión se alojó durante dos días en una residencia VIP del centro. Antes ya había venido varias veces y probablemente también vino una vez más después”, aseguró el portavoz.
Maduro, de origen humilde, trabajó de joven como conductor de metro en Caracas y dirigió después su sindicato antes de entrar en la política, donde, aparte de presidente de la Asamblea Nacional, ha sido ministro de Asuntos Exteriores.
Su entrada al mundo de la política no frenó su devoción hacia Sai Baba y todavía hoy, según el portavoz, tiene colgado un retrato suyo en la oficina.
Según Anantharaman, “en Venezuela existe una gran fe por el movimiento” y ese país fue a principios de los setenta el primero de Latinoamérica donde se fundó un centro para promover las enseñanzas del líder espiritual, que cuenta allí con unos 200.000 seguidores.
A Puttaparthi se han desplazado de hecho con frecuencia varias delegaciones venezolanas; la última de ellas, una con integrantes de la Embajada del país latinoamericano en Nueva Delhi, la semana pasada.
Cuando Sai Baba murió hace casi dos años, el Parlamento de Venezuela emitió una declaración de duelo nacional.
“Muchos jefes de Estado son devotos del Sai Baba pero eso no significa que Maduro vaya a hacer ahora proselitismo. Esto tendrá una influencia en su política pero no causará controversia”, opinó el portavoz Anantharaman.
“Muchos devotos del Baba son fieles de otras religiones -musulmanes, cristianos, etc.- y en la practica son éstos los mejores fieles”, subrayó.
Sai Baba, que falleció de un fallo cardíaco a los 84 años de edad, se llamaba en realidad Sathyanarayana Raju, y tiene millones de seguidores en 113 países del mundo, entre ellos influyentes políticos, jugadores de crícket y actores de cine.
El gurú, que se atribuía naturaleza divina, se consideraba una encarnación o avatar de la trinidad del panteón hindú formada por Brahma, Vishnú y Shiva, y era conocido por su melena estilo “afro” y su larga túnica naranja.
Adquirió popularidad en Occidente en la década de los setenta, en gran medida gracias al movimiento “hippie”, y se hizo famoso por sus supuestos milagros, habilidades místicas con las que producía ceniza o comida de la nada, y se sacaba de la boca joyas.
Estas actividades han sido denunciadas como supercherías por diversas asociaciones.
El santón también fue acusado por varios de sus discípulos de haber cometido abusos sexuales, aunque la Policía nunca le acusó formalmente y un exprimer ministro indio Atal Bihari Vajpayee llegó a defenderle en público.
Además, tanto la líder del gubernamental Partido del Congreso de la dinastía Nehru-Gandhi, Sonia Gandhi, como el actual jefe del Ejecutivo, Manmohan Singh, asistieron en 2011 a su funeral.
Uno de los responsables de la fundación que gestiona el legado del gurú, R.J. Ratnakar, reveló en junio de ese año que se había hallado dinero en efectivo y joyas por un valor cercano a los 7 millones de dólares en el dormitorio del santón en su centro de Puttaparthi.
En esa localidad hay hoy en día decenas de escuelas, hoteles, una universidad, un aeropuerto y un hospital en el que doctores fieles al santón, proporcionan tratamientos y realizan operaciones a precios simbólicos para los más pobres.
Según la Hacienda india, el emporio del gurú gestiona 9.000 millones de dólares procedentes de donaciones.