Si una mujer china sigue soltera a partir de los 28 años, recibirá el apelativo de “shengnu” (“mujer sobrante” en mandarín), un término acuñado y divulgado por los medios oficiales que impone una palpable presión entre la población femenina.
Paloma Almoguera/EFE
Chang tiene 31 años. Vive en Pekín y se graduó en la Universidad Pedagógica, una de las más prestigiosas de la capital. Ha trabajado como asistente de dirección en QQ, un sistema de comunicación telefónica vía internet puntera en China. Es una mujer independiente y exitosa. Pero no tiene pareja.
“Siento el estrés de mi familia… Mi padre incluso quiere que vuelva a mi pueblo. Piensa que allí me será más fácil casarme”, cuenta a Efe con pesar.
Es un ejemplo de “shengnu”, una etiqueta que nació de los medios de comunicación oficialistas en 2007, en coincidencia con la publicación de un informe gubernamental que alertaba del gran desequilibrio poblacional entre hombres y mujeres, causado por los abortos selectivos y la política del hijo único.
Con una población de cerca de 20 millones de hombres más que mujeres, la cuestión es por qué, pese al gran excedente de oferta masculina, muchas continúan solteras.
Las autoridades chinas sugieren que las “shengnu” son, paradójicamente, las más preparadas y con una educación de mayor nivel -la categoría “A” de un ránking hasta la “D”-, mujeres como Chang que han optado por una vida independiente.
Su soltería deriva, según esta teoría, de su extrema exigencia a la hora de encontrar un hombre que se ajuste a sus expectativas, sobre todo económicas.
“La noción de que esas mujeres brillantes están solteras porque son demasiado exigentes es un estereotipo”, dice a Efe Leta Hong-Fincher, estudiante de doctorado en Sociología de la Universidad Tsinghua de Pekín que lleva años investigando el tema.
Para Hong-Fincher, el término “shengnu” forma parte de una campaña gubernamental que nació a raíz del desajuste demográfico y que persigue dos fines: mejorar la especie y retirar del “mercado” a un ejército de solteros que, sin una esposa y familia propias, puedan desestabilizar el orden social.
Según el primer objetivo de esta teoría, las autoridades chinas se inquietaron al presenciar cómo las féminas más preparadas postergaban o renunciaban a la vida marital, lo que reducía las posibilidades de dar a luz a una generación intelectualmente superior.
Con el objetivo de reducir ese retraso, se habría iniciado una operación para denostar la soltería y que las hijas pródigas del régimen no olvidaran que “debían” encontrar pareja.
“He conocido a muchas mujeres jóvenes tan ansiosas por casarse que llegan a hacerlo con alguien que va en contra de sus intereses”, apunta Hong-Fischer.
No resulta difícil notar esa “inducción” al casamiento entre muchas veinteañeras chinas. Aunque aún no alcanza la edad fatídica, Lin Li, de 25 años y con un puesto estable de traductora, asegura a Efe que, para ella, “es mejor no ser ‘shengnu’, ya que hay menos opciones y es menos conveniente para tener un bebé”.
“Mi madre quiere que tenga un esposo que también trabaje en Pekín y que sea responsable y fiel”, narra, sacando a la luz la otra fuente de presión: las familias.
Haya o no estrategia por parte del Gobierno chino para equilibrar el balance, mejorar la especie o controlar la testosterona de los solteros, el término forma parte del lenguaje cotidiano de la sociedad china, lo que suscita las críticas.
“Es una falta de respeto para las mujeres que han pasado la mejor edad para casarse”, dice a Efe Huang Qian, una empleada de una empresa estatal de 24 años a quien aún no le afecta de lleno el estrés por encontrar novio.
Pero es indudable que el término añade presión a una población femenina china que cada vez despunta más profesionalmente.
Las cifras lo avalan: de acuerdo a la revista Forbes, 11 de las 20 mujeres más ricas del mundo por iniciativa propia proceden del gigante asiático, que ostenta el segundo puesto, por detrás de Tailandia, con mayor número de directivas (el 19 por ciento de consejeros delegados en las grandes empresas). EFE